Esta en Recoleta y el dueño es Raúl Zaffaroni. Lo alquiló y ahora sabe como sacar a las 'chicas' del lugar. Los vecinos reclaman que se desaloje el lugar
El juez de la Corte Suprema de la Nación Eugenio Raúl Zaffaroni vive en un lujoso caserón del barrio porteño de Caballito.
Pero además en el 2000 compró un monoambiente en la exclusiva zona de Recoleta, que hoy está rentado a unos inquilinos que no pasan desapercibidos: allí trabajan tres mujeres que se dedican a la prostitución, informó Perfil.com.
El negocio funciona, según pudo comprobar Perfil.com, en Vicente López 2217, frente al cementerio de Recoleta.
El departamento 19 del piso 5º, que figura a nombre de Zaffaroni en el prorrateo de expensas, tiene unos 25 metros cuadrados divididos en tres habitáculos.
Zaffaroni reconoció ante el Congreso que había adquirido ese departamento en octubre del 2000, según indican una resolución de la Cámara de Diputados y el diario de sesiones del Senado del 2003.
Allí "trabajan", por turnos, dos o tres chicas que cobran 120 pesos la hora por sus servicios. El rubro 59 fue prohibido por un reciente decreto presidencial, pero las prostitutas se promocionan de otra forma: sus "volanteros" reparten anuncios de "caramelitos y masajes 24 horas" en la zona y en los mismos departamentos del edificio.
Perfil.com se comunicó telefónicamente para comprobar las "ofertas" disponibles y se acercó hasta el edificio.
"Zaffaroni tiene este departamento hace unos 10 años, pero él no aparece nunca", contó un vecino que pidió mantener su nombre en reserva. "Hace cuatro años que trabajan prostitutas, pero en los últimos dos meses llegaron éstas que traen problemas", agregó.
La profesión más antigua del mundo provoca quejas de los vecinos: los clientes entran y salen a cualquier hora, hacen ruidos molestos y dejan inseguros al resto de los residentes. "Puede entrar cualquier persona, el otro día vi cómo ayudaban a entrar a un lisiado en silla de ruedas", comentó a Perfil.com otro vecino que también pidió anonimato. "A veces se confunden y quieren entrar a otros departamentos", sostuvo.
"Una vez llamamos al 911, vino la Policía y dijeron que las chicas tenían permiso del gobierno porteño, cualquier cosa", afirmó el vecino.
Si bien Zaffaroni no visita el edificio, los residentes cuentan que le reclamaron a una de sus abogadas, que prometió desalojarlas en varias ocasiones. Pero el negocio sigue funcionando.
Perfil.com intentó comunicarse en siete ocasiones con el juez de la Corte Suprema, por vía telefónica y por correo electrónico, sin obtener respuesta.