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Copa América 2011: "Los Carasucias", los irreverentes
Argentina ganó la Copa América de 1957 en Lima con un equipo extraordinario. Una delantera temible con juveniles que luego emigraron
24 de junio de 2011
Uno de las selecciones argentinas más inolvidables conquistó el título sudamericano de Lima de 1957 con un equipo querevolución el juego, maravilló a quienes lo vieron y con la misma velocidad que surgió luego desapareció producto de la venta al exterior de sus figuras.

El mundo del fútbol conoció a este equipo como "Los carasucias" por la desfachatez de sus jóvenes jugadores entre los que se destacaban los delanteros Humberto Maschio, Oreste Corbatta, Antonio Angelillo y Enrique Omar Sívori.

El más veterano era Maschio, que acababa de cumplir 24 años. El resto apenas llegaba a la mayoría absoluta de edad.

En ese equipo que dirigía el experimentado Guillermo Stábile, Osvaldo Cruz era el jugador más experimentado de la delantera y estaba acompañado por los cuatro “pibes”.

En aquel torneo de 1957 participaron 7 selecciones (Bolivia y Paraguay no viajaron y Venezuela debutaría 10 años más tarde) y se enfrentaron, como era usual en aquel entonces, con el sistema de todos contra todos.

El 13 de marzo llegó el momento del debut; el rival era Colombia, que pocos años antes había recibido una camada de jugadores argentinos en su liga.

Los colombianos estaban el proceso de “aprendizaje” e intentaban practicar buen fútbol, sin embargo el seleccionado dirigido por Stábile fue demasiado para ellos y el resultado del encuentro fue un lapidario: 8 a 2.

La defensa argentina contaba con dos backs experimentados, Pedro Dellacha y Federico Vairo, mientras que el arco era defendido por Rogelio Domínguez.

Dos goles de Angelillo y uno de Sívori en el primer tiempo fueron suficientes para derrotar a Ecuador.

El partido se disputó el 17 de marzo y sirvió para mostrar la confianza que había en el equipo y el grado de concentración con el que jugaban; los “Carasucias” se divertían y divertían al público.

Tres días más tarde del segundo partido llegaba el primer rival “duro” en el torneo, los uruguayos en un clásico del Río de la Plata se trasladabó a Lima.

En ese choque Argentina se ganó la admiración al convertirle 4 goles a los siempre duros uruguayos, que estaban renovando su equipo y perdían la chance de ser nuevamente campeones, ya que habían ganado la Copa del 56.

Humberto Maschio convirtió dos de los cuatro goles y ya sumaba seis en el torneo y se convertía en una figura de gran atracción.

Una semana después, Argentina enfrentó a Chile y allí Misael Escutti, el arquero trasandino fue a buscar el balón 6 veces adentro del arco.

La eficacia albiceleste era temible. Llevaba 4 partidos jugados, 4 ganados, había convertido 21 goles y tenía 4 en contra.

El siguiente rival era Brasil: cuando Argentina derrotó a Uruguay, los “canarinhos habían jugado 3 partidos y habían ganado los 3. Le hicieron 4 a Chile, 7 a Ecuador y 9 a Colombia.

Jugadores temibles y experimentados conformaban el seleccionado brasileño: Didí, Evaristo, Zizinho, Pepe y donde se sumaba un juvenil Garrincha, que solía reemplazar a alguno.

Abajo Nilton y Djalma Santos. Pero en su cuarto encuentro cayeron ante los uruguayos, aquellos que con otros nombres habían teñido de tristeza aquella tarde de julio de 1950 en el Maracaná.

Sin Pelé aún, esta base selección de Brasil fue la que un año después ganó la Copa del Mundo de 1958 en Suecia.

El partido fue muy parejo desde el comienzo, con ataques por parte de los dos, y muestras de respeto mutuo, pero Argentina abrió el marcador a través de Angelillo en la mitad de la primera etapa.

Y siguió parejo hasta el final, hasta que Maschio y el veterano Cruz convirtieron sus goles en los últimos 3 minutos.

El mejor seleccionado alzaba la Copa América en el torneo de Lima y ya campeón, más relajado y menos concentrado, cayó derrotado ante Perú.

Cuando el equipo volvió a Buenos fue desmembrado. Stábile sufría sabiendo que sus estrellas volaban a Europa a cambio de millones y en su mente ya no estaba el Sudamericano, sino la preocupación del Mundial del 58.

Aquel seleccionado fue una estrella fugaz que luego dio pasó a un momento de gran oscuridad cuando 12 meses después quedó eliminado en primera fase de la Copa del Mundo de 1958.