Por José Calero

Lo vi una de las tantas veces que junto a mi papá fuimos a la cancha de Boca a gritar como locos desde esa tribuna que, como ya había comprobado cuando siendo adolescente seguí aquel recordado título que nos regaló Diego Maradona, latía en serio.

Y desde la primera vez que lo vi, entendí que estaba ante el señor Gol.

Porque en la cancha uno descubre algo más difícil de observar por televisión.

Que por cada gol que hacía Martín Palermo, había ido antes a buscar otros cinco con la cabeza o con los pies.

Nació con el hambre de gol que lo llevó a convertirse en el máximo artillero de Boca, y cumplir una carrera ejemplar plasmada en haber ganado todos los títulos posibles con el xeneize.

El respeto y el cariño que le mostró una multitud en La Bombonera el día del adiós parecer ser el mejor agradecimiento para el "optimista del gol".

Se fue Martín Palermo, el goleador más grande que pude ver alguna vez en una cancha.