El terrorista más buscado pasaba muchas horas frente a la computadora, a la espera de pendrives con información del mundo exterior. Vivía pendiente de las noticias
Osama Bin Laden vivió sus últimos cinco años prisionero detrás de los paredones y el alambre de púas de su hogar en Abbottabad, mientras su vida se consumía en prácticas oscuras y cuestiones domésticas. Así lo revelaron funcionarios norteamericanos, quienes creen que el terrorista más buscado del mundo pasaba muchas horas frente a la computadora, a la espera de los mensajeros que le traían pendrives repletos de información del mundo exterior.
Los videos incautados en el complejo de Bin Laden y divulgados por el gobierno de Estados Unidos este domingo lo muestran practicando frente a la cámara su condena a Estados Unidos. Según un alto agente de inteligencia, su imagen pública le preocupaba lo suficiente como para teñirse su canosa barba de negro para las grabaciones.
Rodeado en otros tiempos de un cerco de guardaespaldas árabes, en los últimos días el séquito de Bei Laden se había reducido a un mensajero paquistaní de confianza y su hermano, que también era el encargado de comprar cabras, ovejas y Coca-Cola para los habitantes de la casa. Aunque su mundo concreto se había reducido a dos ambientes y un patio, en su hogar, Bin Laden seguía siendo reverenciado por su mujer, por sus hijos y por el estrecho círculo de seguidores en el complejo.
A diferencia del resto de los hombres del complejo, no trabajaba ni se ocupaba de las vacas y los búfalos que se criaban en el lado sur del complejo. Los funcionarios norteamericanos imaginan que el resto de la casa sabía que era importante que dedicara su tiempo a Al-Qaeda, la organización terrorista que fundó y en la que seguía siendo muy activo al momento de su muerte.
Estados Unidos dice que es muy poco lo que se sabe sobre los últimos años de Bei Laden y del peculiar estilo de vida dentro del complejo. Pero según lo que ha surgido hasta ahora, a partir de entrevistas con militares y agentes de inteligencia de Estados Unidos y Paquistán, así como con vecinos del complejo, emerge el retrato de un hombre aislado, quizás un poco aburrido, que presidía la vida familiar mientras planificaba el caos mundial.
Era un hombre aún desesperado por ser escuchado, por ejercer una influencia desmedida, musitando en sus cuadernos manuscritos la forma de matar más y más norteamericanos.
Abbottabad se convirtió en el cuartel general de la familia a fines de 2005. Ben Laden era el hombre alto que los agentes de la CIA vieron alguna vez caminar por el patio del complejo desde un puesto de vigilancia cercano y que nunca salía a la calle. Los vecinos conocían a la familia como los Arshad Khan y Tariq Khan, que eran los alias locales del mensajero paquistaní -que también se hacía llamar Abu Ahmed al-Kawaiti- y su hermano.
Según los vecinos, los Khan eran bastante tranquilos, pero se mantenían siempre dentro de ese perímetro de muros de concreto de cuatro metros de alto y alambre de púa.
Nunca invitaron a nadie a la casa ni visitaron a nadie, aunque sí iban a la mezquita. Las mujeres sólo salían con sus maridos y en auto, cubiertas con burkas negras. Los chicos rara vez jugaban afuera. Cuando los niños del barrio arrojaron por error una pelota dentro del perímetro amurallado, los Khan prefirieron darles dinero para que se compraran otra antes que permitirles entrar al complejo.
Los hermanos Khan tenían dos autos, una camioneta Suzuki roja y un jeep blanco de la misma marca, y cuando se construyó el complejo, en 2004, los albañiles recibieron doble paga diaria. Ante los vecinos, justificaban su holgada situación económica de diferentes maneras, a veces aduciendo que eran propietarios de un hotel en Dubai y otras que trabajaban en el mercado de divisas.
"Nunca nos dijeron de dónde venían", dijo Naheed Abassi, que afirma haber trabajado en la construcción de la casa. El mensajero y su hermano, que murieron en el ataque y tenían algo más de 30 años, eran hijos de un hombre a quien Ben Laden conocía desde hacía décadas. Un hijo de Ben Laden, Khalid, que vivía en la casa y también resultó muerto, estaba casado con una hermana del mensajero, según funcionarios paquistaníes.
Poco y nada se sabe del modo en que Ben Laden manejaba sus relaciones con sus tres esposas. Tradicionalmente, el islam permite al hombre tener hasta cuatro esposas. Pero la noche en que murió, Ben Laden estaba en su dormitorio con la más joven de ellas, Amal Ahmed Abdulfattah, que según su pasaporte yemenita tenía 29 años. Se trata de la esposa que aparentemente fue herida en una pierna por los comandos cuando intentó proteger a su marido.
Los funcionarios norteamericanos también dicen que había chicos en la habitación. Según informes que no fueron verificados por Estados Unidos, los agentes de inteligencia paquistaní afirman que una chica de 12 años aseguró ser la hija de Ben Laden y haber presenciado cómo los norteamericanos le dispararon a su padre. Durante el operativo murió una mujer que quedó atrapada en el fuego cruzado; según algunas fuentes, se trataba de una médica árabe.
En la casa había nueve chicos, pero no queda claro cuántos eran hijos de Bin Laden y su hijo y cuántos eran hijos del mensajero y su hermano. Los vecinos dicen que el mensajero y su hermano tenían siete hijos entre los dos, así que para los paquistaníes no fue sorpresa encontrar remedios para el dolor de olor de oído o de garganta y jarabe para la tos. Según la cadena NBC News, los agentes paquistaníes también encontraron jarabe de avena, un extracto que puede utilizarse para aliviar problemas estomacales pero que también es publicitado por sus propiedades afrodisíacas.
Contrariamente a lo que se creía, en el sentido de que Ben Laden se encontraba en tratamiento de diálisis por una dolencia renal, la esposa del líder terrorista dijo que el hombre estaba sano.
Si bien los especialistas norteamericanos recién han comenzado a estudiar la ingente masa de archivos digitales, dispositivos de almacenamiento y teléfonos celulares que el grupo comando incautó en el complejo, ya se han divulgado cinco videos que muestran a Ben Laden bajo una luz ciertamente negativa. Además, se filtraron sus últimos mensajes con advertencias a Estados Unidos.
Los funcionarios norteamericanos creen que durante los últimos cinco años Ben Laden grabó un promedio de media docena de audiomensajes por año desde esa casa. El objetivo de esas grabaciones era su divulgación en el mundo exterior. Sin embargo, para evitar ser detectado, Ben Laden no tenía Internet, correo electrónico ni líneas telefónicas desde donde mandarlos. Para todo eso dependía de su red de mensajeros.
Los mensajes, único atisbo que tiene el mundo sobre el pensamiento de Ben Laden mientras el líder terrorista vivía encerrado en ese complejo, no sólo contienen el consabido llamado al asesinato en masa, sino también muestran a un hombre quizás aplastado por la monotonía, ansioso y atento a las noticias del mundo y muchas veces atraído por temas inesperados.
No se sabe si Ben Laden tenía una radio en su casa, pero su hijo Omar, que vivió con él en Afganistán hasta 1999, dijo que su padre vivía pendiente de las noticias de la BBC.
Los funcionarios del Congreso que recibieron informes de inteligencia la semana pasada dijeron estar sorprendidos por la forma en la que ese estilo de vida, recluido y sin tecnología, protegió a Ben Laden durante tantos años. Pero es probable que finalmente haya precipitado su muerte. El senador Jack Reed, demócrata de Rhode Island y miembro del Comité de Servicios Armados, dijo que un entorno tan reducido evidentemente tenía por objeto captar la menor atención posible.
Pero Reed dijo que también lo sorprendió que Ben Laden no estuviese mejor preparado para un ataque. "No había ni vías de escape ni túneles ni siquiera cuartos secretos donde esconderse dentro de la casa", señaló. "Es inevitable preguntarse si justamente esa vida rutinaria y monótona no le hizo bajar la guardia."