Un parapentista sobrevoló el centro de la ciudad de Buenos Aires y luego de dar varios giros sobre el Teatro Colón y el Obelisco aterrizó en Puerto Madero
Se trata de Hernán Pitocco, un joven y experimentado parapentista de 31 años, quien explicó que su idea era "reflejar el sueño de los que están atascados en el tránsito" porteño.
Aseguró además ser "un profesional" y haber realizado pruebas similares en Europa, "aunque con permiso de las autoridades".
Vestido con traje y corbata azul y con un colorido casco en la cabeza con la marca de una bebida energizante, Pitocco aceptó pacíficamente la detención de la Prefectura, producida a poco después de las 9, al bajar sobre la calle Pierina Dalessi al 800.
"En todo momento fue un vuelo controlado, las condiciones meteorológicas eran favorables y se hizo exactamente lo que estaba planteado", dijo el parapentista en declaraciones a la prensa.
Además, agregó: "Yo planifiqué el lugar de despegue y un circuito de vuelo que no afectara el tráfico aéreo ni seguridad de nadie".
Pitocco dijo haber realizado experiencias similares en Europa "no sin autorización como ahora, pero sí vuelos de este tipo o cosas que requieren mucha logística".
"No soy un improvisado ni un loquito, esto estaba todo bien planeado", acotó.
El joven había despegado desde la intersección de las avenidas Belgrano y 9 de Julio con la ayuda de un pequeño motor de 26 kilos y 28 caballos de potencia.
"La vista de Buenos Aires era increíble y toda la gente que caminaba me saludaba contenta y creo que fue una cosa agradable para el público y en realidad nadie se sintió atacado ni nada por el estilo", señaló.
Mientras sobrevolaba la ciudad, Pitocco dijo haber realizado algunas acrobacias básicas y ante un pregunta puntual aseguró ser un "profesional del parapente" que se dedica al desarrollo y prueba de equipos nuevos y a la competición internacional.
Respecto a una supuesta violación a las normas de seguridad aérea, el parapentista afirmó que "en ningún momento me metí en el final de Aeroparque" y dijo que los aviones "entran más afuera, cerca del Río, a por lo menos a 3 kilómetros de donde estaba yo".
"Seguramente, si desde la torre de Aeroparque me vieron estarían preocupados porque no sabrían que iba a hacer pero yo sabía que no estaba interfiriendo con ellos", indicó finalmente Pitocco.