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3 de diciembre de 2024
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Chernobyl, cuando el mundo sintió de cerca el temor nuclear
Hace un cuarto de siglo se produjo la explosión de la planta nuclear rusa. Miles de víctimas. El miedo regresó con el terremoto de Japón y Fukushima
26 de abril de 2011
El 26 de abril de 1986, un aumento súbito de potencia del reactor 4 de la central atómica de Chernobyl generó la peor de las tragedias nucleares de la historia.

Este martes, 25 años más tarde, los ecos del desastre sobreviven aún en los ciudadanos y resuenan con más fuerza después de que un terremoto y tsumani en Japón pusieran en alerta a la central de Fukushima.

El accidente, que expulsó unas 500 veces más materiales radiactivos que el liberado por la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945, causó directamente la muerte de 31 personas.

Pero ¿cuáles fueron las consecuencias para la salud? Y, 25 años después, ¿se aprendieron lecciones que ayudarán a mitigar los potenciales daños para la salud y el medio ambiente en Fukushima?

Esas son las preguntas que plantean varios expertos en la revista médica The Lancet en una serie de artículos para recordar el aniversario del mayor desastre nuclear de la historia.

Los autores, los doctores Kirsten Moyisch y Philip McCarthy, del Instituto de Cáncer Roswell Park en Nueva York y el doctor Per Hall, del Instituto Karolinska, en Estocolmo, Suecia, contribuyeron a elaborar el informe que publicó Naciones Unidas en 2000 sobre los efectos del accidente de Chernobyl.

El principal riesgo a largo plazo para la salud después de una exposición a la radiación es el cáncer.

Los estudios de sobrevivientes de explosiones atómicas y accidentes nucleares previos vinculan la exposición a la radiación a la leucemia y a varios tipos de tumores sólidos, como el de tiroides, pulmón, gastrointestinal y de mama.

Tal como señalan los investigadores, hoy se sabe qué elementos radiactivos con una vida media larga, principalmente el cesio y estronio, estarán presentes en el medio ambiente durante décadas.

El yodo radiactivo, a pesar de tener una vida media de sólo 8 días, puede causar daños si se absorbe a través de la glándula tiroides con alimentos o agua.

Los estudios con sobrevivientes de Chernobyl mostraron un riesgo de entre 3 y 8 veces más grande de cáncer de tiroides infantil entre los niños que recibieron la exposición más alta de yodo radiactivo.

Este hallazgo condujo a la recomendación de las autoridades sanitarias de distribuir tabletas de yoduro de potasio a los niños y adolescentes en áreas potencialmente contaminadas tras un accidente en una planta nuclear.