El autor de la masacre (foto) en la escuela de Río de Janeiro aprovechó que se trataba de chicos de colegio y les disparó así para asegurarse que murieran
Brasil y el mundo no salen de su estupor por la brutal masacre de 10 chicos de colegios en Río de Janeiro por parte de un ex alumno en medio de un brote de locura que mezcló alusiones al fundamentalismo islámico con ritos de venganza.
El asesino fue herido por un policía y, cuando se vio acorralado, se pegó un rito en la cabeza y cayó sobre la misma escalera por la que intentaba escapar (foto).
Diez estudiantes fueron asesinados y 12 resultaron heridos en una escuela de Realengo, suburbio del oeste de Rio, por un ex alumno que les disparó y luego se suicidó.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, rindió homenaje a los "niños inocentes" que perdieron "su vida y su futuro" en la masacre, y manifestó su "repudio a este acto de violencia, contra niños indefensos" que no forma parte de la "cultura" brasileña.
"No era y no es característica de este país vivir este tipo de crimen", dijo la presidenta, mientras que el ministro de Educación Fernando Haddad afirmó que "es una tragedia sin precedentes en Brasil".
El secretario de Salud del Estado de Rio de Janeiro, Sergio Cortes, precisó que son nueve niñas y un varón los asesinados, según datos de la oficial Agencia Brasil.
El ataque ocurrió a la hora de llegada de los estudiantes a la escuela primaria municipal Tasso da Silveira, del barrio popular de Realengo, a la que asisten unos 400 alumnos de entre 9 y 14 años, edad hasta la que se extiende la enseñanza primaria en Brasil.
Menezes dejó una carta incongruente cargada de referencias religiosas y en la que anunció su suicidio.
"Deben saber que los impuros no podrán tocarme sin guantes, solamente los castos o los que perdieron sus castidades luego del casamiento y no se envolvieron en adulterio podrán tocarme sin guantes", reza la carta encontrada por la policía en las ropas de Menezes de Oliveira y distribuida a la prensa.
"Nada que sea impuro podrá tocar mi sangre", señaló el asesino, que dejó instrucciones de que su cuerpo sea desvestido, bañado y envuelto en una mortaja blanca que afirmó haber llevado a la escuela donde cometió los crímenes.
"Empleados de la escuela dijeron a los agentes que el joven llegó bien vestido, cargando una bolsa, y dijo que había sido llamado para conversar con alumnos, para una conferencia. Así logró tener acceso al tercer piso del edificio", donde se concentró el ataque, explicó el coronel Evandro Bezerra, portavoz del cuerpo de bomberos a la televisión local.
Menezes de Oliveira "vino a la escuela preparado para hacer eso", resumió el bombero.
Según el coronel Djalma Beltrame, de la Policía Militar, "un agente que llegó a la escuela logró herirlo (al atacante) en el intercambio de disparos, pero el hombre se mató de un disparo en la cabeza".
Según Beltrame, agentes de policía hacían un operativo de rutina en las proximidades de la escuela cuando fueron alertados por alumnos heridos y el ruidos de los disparos.
"Si los policías no llegan tan rápido la tragedia habría sido todavía mayor, porque el hombre tenía mucha munición, y cargaba dos armas", dijo.
n América Latina un caso similar ocurrió en Argentina el 28 de setiembre de 2004, cuando un alumno de 15 años mató a balazos a tres compañeros de clase e hirió a cinco en la ciudad de Carmen de Patagones, 920 km al sur de Buenos Aires.