Organizaciones ultrakirchneristas parecen dispuestas a enseñar a odiar a las nuevas generaciones. Hacen que los chicos reproduzcan su propia bronca y frustración
En el Día de la Memoria se vivieron horas de vergüenza en la Plaza de los Dos Congresos, cuando organizaciones ultrakirchneristas llevaron a chicos para que escupieran afiches con la cara de periodistas, a los que se acusa de ser cómplices de la dictadura.
Si bien está a años luz de la realidad argentina, valdría la pena recordar la historia de los Jemer Rojo (Khmer rouge en francés), sólo para tenerla en cuenta.
Fue el nombre de la organización guerrillera camboyana que, tras la Guerra de Vietnam, la expulsión de los Estados Unidos y el derrocamiento del general Lon Nol (que regía una dictadura militar desde 1970), tomó el poder el 17 de abril de 1975.
Fundó la Kampuchea Democrática (KD), un sistema de gobierno de características totalitarias. Con la apariencia de una República Popular de inspiración maoísta, consolidó en la práctica un sistema de economía radicalmente agraria, bajo la consigna de la evacuación de ciudades y destrucción de la civilización y cultura urbanas, consideradas "burguesas".
La locura bajo esa dictadura fue casi total e incluyó la reconstrucción social desde los orígenes de la civilización (Camboya Año Cero) y la recuperación de la cultura Jemer ancestral camboyana, bajo la dirección de Pol Pot (Saloth Sar), su principal líder, y el férreo control del ejército campesino sobre la población civil, sometida en buena parte a un régimen de trabajos forzados y a la aplicación de extensos métodos de detención, tortura y asesinato en masa, bajo la consigna de la llamada "búsqueda del enemigo interno".
Una de las cosas que esta organización lindante con la locura le enseñó a los chicos fue a odiar, a odiar tanto como fuera posible, y sobre todo a desconfiar y defenestrar a sus mayores repudiando hasta a sus padres y abuelos.
Durante los cuatro años que duró su régimen (desde abril de 1975 a octubre de 1979), sus acciones y maneras de imponer la "política" condujeron a lo que se conoce como el "genocidio camboyano".
Esos actos aún están siendo juzgados por un tribunal internacional en Phnom Penh por crímenes contra la humanidad.
El ultrakirchnerismo fanático está, por ahora, lejos de la locura camboyana, pero hay señales que asombran y congelan la sangre.
Un ejemplo de esa locura se produjo el Día de la Memoria, en el Congreso, cuando la organización La Poderosa llevó niños para que escupieran fotos de periodistas.
Varios chicos escupieron fotos de Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá y Mirtha Legrand, entre otros colocados en afiches con la leyenda "Cómplice", acusándolos de haber sido colaboradores de la dictadura.
Los mayores los observaban entre risas, que en realidad se parecen más a lágrimas de la democracia y la República.
"Escupí tu bronca" rezaban los carteles, justo arriba de inodoros apostados en la puerta del Congreso.
Este evento fue parte de una campaña que incluyó una pegatina por toda la Avenida de Mayo con las fotos de distintos periodistas y personalidades bajo el título “Cómplices”.
A través de un fotomontaje, se podía ver en los carteles también a periodistas como Mariano Grondona, Chiche Gelblung, Mauro Viale y Aldo Proietto, entre otros, con gorros similares a los usados por las Fuerzas armadas.