Todo indica que allí se cargaron los 994 kilos de cocaína con destino a España. Sin controles. Ninguna dependencia de las Fuerza Aérea tiene cámaras de seguridad
El aeródromo de Morón quedó en el centro de las sospecha del lugar donde se habría cargado la droga que llegó a España a raíz de una gran negligencia en su seguridad y la falta total de controles.
La Justicia considera que fue allí donde los hermanos Juliá trabajaron con libertad y cautela para cargar la droga en el avión y planificar los detalles del viaje.
Gustavo y Eduardo Juliá, detenidos en España, llegaron a Morón el 17 de diciembre en autos separados y estacionaron cerca del Challenger 604, la nave que llegó con casi mil kilos de cocaína a España.
Según revelan datos de la investigación, fueron dos meses de idas y vueltas sin control alguno, por lo que los hermanos pudieron cargar la droga a su tiempo y sin presiones.
Es más, para no levantar sospechas fueron orientados por un especialista, quien les indicó en qué sitios estratégicos posicionar los paquetes de cocaína para que la nave se mantenga con peso equilibrado.
A 30 cuadras del aeródromo, Gustavo Julía alquiló un galpón para supuestamente hacer trabajos de tapicería para aviones. Esa fue la última escala.
También se revelaron las falencias de los sistemas de seguridad de los aeropuertos que controlan los viajes de la Fuerza Aérea, dado que ninguno de ellos contiene cámaras de seguridad.
La Policía de Seguridad Aeroportuaria no dispone del presupuesto necesario para equiparse como debiera ni contar con la cantidad de oficiales adecuada.
Los poco más de 2.000 efectivos no alcanzan para garantizar el correcto y seguro funcionamiento.
Además, la Administración Nacional de Aviación Civil, encargada de la fiscalización y del control de los aeródromos públicos, no controla ni el 15 por ciento de las casi 280 pistas habilitadas.
Por la causa, un total de diez suboficiales de la Fuerza Aérea y seis particulares declararán mañana ante la Justicia en calidad de testigos.
El avión de los hermanos Juliá fue descubierto en Barcelona con un cargamento de 944 kilos de cocaína.