Un atentado explosivo contra un gasoducto interrumpió el suministro de gas a Jordania e Israel y generó alta tensión en la región. EEUU le pide que dimita ya
A pesar de las versiones de su alejamiento, el presidente egipcio, Hosni Mubarak, parecía aferrarse al poder este sábado tras 12 días de protestas multitudinarias que pidieron su renuncia inmediata, mientras un ataque con explosivos contra un gasoducto interrumpía el suministro de gas a Jordania y a Israel.
Ante las protestas en Egipto y los temores de que se propaguen por otros países de la región, el secretario general adjunto de la Liga Arabe, Ahmed Ben Heli, anunció a la AFP el aplazamiento de la III Cumbre América del Sur y Países Árabes (ASPA), que debía celebrarse del 13 al 16 de febrero en Lima. "Hay discusiones en curso para fijar otra fecha", añadió.
Miles de personas volvieron a manifestarse el sábado contra el presidente en la plaza Tahrir de El Cairo, el epicentro de las protestas desde el 25 de enero, que dejaron más de 300 muertos, según una evaluación de la ONU, y más de 5.000 heridos, según un balance oficial del Ministerio de Salud.
De mañana, algunos de los manifestantes intentaron impedir que los tanques del ejército dejaran la plaza y retiraran los vehículos calcinados que utilizan para sus barricadas, levantadas para evitar que los partidarios de Mubarak lancen otro ataque como el del miércoles que dejó ocho muertos.
"Les juro por Dios que los tanques no se moverán", tuvo que explicar un general para apaciguar los ánimos de los adversarios de Mubarak, de 82 años, y desde hace 30 en el poder.
Tras doce días de protestas, el país sigue paralizado: la bolsa de El Cairo anunció que aplazaba la reapertura prevista para el lunes, sin dar otra fecha. Los intercambios financieros están suspendidos desde el 27 de enero tras una fuerte caída del 10%, después de acumular en dos días pérdidas por 12.000 millones de dólares.
Por otra parte, desconocidos atacaron de mañana con explosivos un gasoducto que abastece a Jordania, situado a 10 km de la franja de Gaza, en Sheij Zuwayed, en el norte del Sinaí. Este mismo gasoducto sirve también para abastecer a Israel, pero esta sección no se vio afectada. Sin embargo, se interrumpió el suministro de gas a ambos países.
El ejército y los servicios de socorro tomaron medidas para impedir que el fuego se propagase. "No tenemos aún detalles acerca de lo ocurrido", dijo un dirigente local.
Egipto suministra a Israel aproximadamente el 40% de su gas natural. En diciembre, cuatro firmas israelíes firmaron un contrato de 20 años por un monto de 10.000 millones de dólares para importar gas de Egipto.
En el ámbito político, ni Mubarak ni el gobierno ofrecieron declaraciones tras las masivas manifestaciones de la víspera, cuando cientos de miles de egipcios volvieron a salir a las calles de las principales ciudades del país.
Mubarak, que anunció el martes que no se presentaría a las elecciones de septiembre, no dio señales de querer irse ya, a pesar de las presiones internas e internacionales.
Según el New York Times, el vicepresidente egipcio, Omar Suleimán, y altos mandos militares están estudiando planes para limitar la autoridad de Mubarak y posiblemente apartarlo del palacio presidencial de El Cairo.
Citando a responsables anónimos de Estados Unidos y Egipto, el rotativo dice que esos planes no pretenden despojar inmediatamente a Mubarak de la presidencia. Su objetivo sería permitir la formación de un gobierno de transición, encabezado por Suleimán, que negociaría con la oposición enmiendas a la Constitución y otros cambios democráticos.
En El Cairo, Mubarak se reunió con el primer ministro Ahmad Shafic, que descartó el sábado que el presidente dejara el poder a Suleimán. También se entrevistó con el ministro de Petróleo, Sahmeh Fahmy, el jefe del Banco Central Faruk Oqda y el ministro de Finanzas Samir Radwan.
Desde la ciudad alemana de Múnich, la jefa de la diplomacia norteamericana, se congratuló por "la moderación" de las fuerzas del orden durante las manifestaciones del viernes, tras varios días de represión, que también se caracterizaron por sus agresiones contra los medios de comunicación.