La norma entrará en vigor en los próximos meses. Se suma a las restricciones en bares y lugares de trabajo. Opositores hablan de una intromisión en las libertades individuales
Fumar en en todos los parques, playas o plazas públicas de Nueva York estará prohibido cuando, dentro de tres meses, entre en vigor una norma aprobada por el poder legislativo de la ciudad norteamericana.
El Concejo de Nueva York acordó extender la prohibición del tabaco a múltiples espacios públicos de la ciudad, en lo que supone la medida más ambiciosa en este sentido aprobada en la Gran Manzana desde que su alcalde, Michael Bloomberg, lograra en 2003 vetar el tabaco en bares y lugares de trabajo.
"Este verano, los neoyorquinos que acudan a nuestros parques y playas para divertirse y respirar aire fresco podrán respirar un aire aún más limpio y sentarse en una playa que no esté llena de colillas de cigarrillos", anunció Bloomberg tras la aprobación de esta medida.
La normativa, que afectará a los más de 1700 parques públicos de Nueva York y sus 22 kilómetros de playas, ha de ser firmada ahora por el alcalde de la ciudad y entrará en vigor noventa días después de esa ratificación. "Nuestros esfuerzos de los últimos nueve años han dado lugar a más de 350.000 fumadores menos y ha contribuido a que los neoyorquinos vivan una media de 19 meses más que en 2002", añadió el alcalde en un comunicado.
Los detractores de esta iniciativa sostienen que prohibir el tabaco en espacios abiertos al aire libre y tan amplios como playas y parques supone una intromisión en las libertades individuales, al mismo tiempo que discuten el efecto nocivo que el humo pueda tener sobre los no fumadores que se encuentren en las inmediaciones.
Desde 2003 en Nueva York no se puede fumar en restaurantes y bares, lo que incluso afecta muy a menudo a las terrazas de los locales y a las zonas de la calle cercanas a sus puertas. Además, está prohibido beber en espacios públicos.
El propio Bloomberg reconoció recientemente que la prohibición del alcohol en los espacios abiertos no tenía demasiado sentido, aunque desde luego no se muestra tan flexible con el tabaco, cuyo combate ha convertido casi en una batalla personal.
La eliminación del tabaco en parques y playas forma parte de un programa más amplio que establece también más impuestos sobre las marquillas, cuyos precios en Manhattan superan los diez dólares. "Las estadísticas no mienten: el humo mata a los fumadores pasivos. Nadie debería tener que inhalar el mortal humo de los cigarrillos cuando va a un parque o a la playa", añadió la concejal Christine Quinn, una de las principales impulsoras de la iniciativa.