El sector atraviesa una grave crisis. Desde 2003 bajaron las persianas más de 2.000 bocas. Hoy, sólo quedan 4.400. Los dueños se quejan por la suba de costos
Las estaciones de servicio atraviesan una importante crisis. Desde el 2003 bajaron las persianas más de 2.000 bocas. Sólo en 2010, cerraron 250. Muchas sienten la asfixia y, la falta de rentabilidad sumada a la suba de los costos hace pensar a los dueños que pronto deberán seguir ese camino.
Unas 250 estaciones de servicio cerraron en 2010 por falta de rentabilidad y estiman que cerca del 20% de las que operan hoy corren riesgo. Así, el negocio de vender combustibles continúa pendiente abajo y, según datos de la Asociación de Estaciones de Servicio (AES), en los últimos ocho años bajaron sus persianas unas 2.100 bocas.
Según datos a los que pudo acceder el diario Clarín, el año pasado apenas quedaban en pie 4.400 de las 6.500 que funcionaban en 2003. Las cuentas no cerraron ni para ENARSA-PDVSA, la empresa estatal argentino-venezolana, que en noviembre cerró las dos únicas estaciones que funcionaban en el país: una sobre avenida Libertador y la otra en San Isidro. Entre otros factores, los estacioneros atribuyen los cierres a la fuerte suba de costos y la reformulación de los contratos con las refinadoras. Y, para mantener el negocio funcionando, decidieron apostar a nuevos servicios, como los autoservicios y el GNC.
Cada refinadora (YPF, Shell, Esso, Petrobras, etc.) abastece a su propia red de estaciones, que en su gran mayoría son franquicias, aunque entre un 15 y 20% son bocas propias. Para entender la operatoria basta recordar el caso de Petrobras, que en mayo le vendió su refinería de San Lorenzo y 363 estaciones por US$110 millones a Oil M&S, la petrolera del rey del juego, Cristóbal López.
Con la modalidad de franquicia, el estacionero tenía garantizado el abastecimiento del combustible, pero esto cambió. El vocero de AES, Luis María Navas, explicó que "desde la resolución 25/2006 de la Secretaría de Comercio, los estaciones sólo pueden recibir el mismo volumen que vendieron en igual mes del año anterior más un porcentaje atado al crecimiento del PBI". Esto impide aumentar la facturación si hay una mayor demanda, sumado a que los precios son fijados por contrato por las refinadoras.
Los estacioneros se quejan, además, porque las refinadoras les bajaron las comisiones: del 12% de la facturación bruta mensual que cobraban años atrás pasaron al 8% actual. Y dicen que también se les recortaron beneficios adicionales, como compartir gastos de mantenimiento o que les pagaran el Impuesto al Cheque.
Entre los gastos de mantenimiento que se transfirieron, explicó el dueño de una Esso, José Sciaramella, figuran los de los tanques subterráneos y los surtidores, que pertenecen a las refinadoras. "Hace cuatro años nos vienen pasando los gastos de estos elementos concesionados, que no son menores: por ejemplo, sólo arreglar una manguera sale $ 1.000", dijo. Y en algunos casos, estos activos se los vendieron en las renovaciones contractuales.
Un párrafo aparte merecen las nuevas exigencias sobre los pagos del combustible, tanto en las garantías (a la clásica hipoteca sobre la estación se sumó la inmovilización de fondos, que en algunos casos superan los $300.000) como en los plazos (se revisan los estados contables del estacionero para ver su capacidad de pago).
Por otro lado, los estacioneros vienen padeciendo una fuerte suba de costos, como de seguros (principalmente uno medioambiental), y nuevas exigencias para contratar asesorías en seguridad e higiene. Y a esto se suman gastos surgidos de la coyuntura reciente, como los de vigilancia, transporte de caudales, instalación de circuitos cerrados de TV y conseguir monedas.
En este escenario complicado, la principal estrategia de las estaciones para sobrevivir fue apostar a las ventas del autoservicio y el GNC, que representan el 30% y el 25%, respectivamente, de los ingresos totales. Estos rubros aportan la mitad de los ingresos porque la totalidad de la facturación que generan (descontando algunos cánones para las refinadoras) es para el estacionero, mientras que por los combustibles les queda sólo el 8%.
Otra ventaja del GNC es que no hay cupos de abastecimiento porque no lo reciben de las refinadoras, sino de las distribuidoras de gas, y porque su volumen de ventas es mayor al de las naftas y el gasoil. Por eso, no es extraño que hoy el 37,5% de las estaciones venda GNC, aunque el único escollo es que la inversión inicial es alta: ronda los US$500.000 para la infraestructura necesaria (compresor, surtidores, etc.).
La otra fuente importante de ingresos son los maxiquioscos, cuyas ganancias suele quedarse el propietario, aunque a veces comparte su explotación con las refinadoras. Los estacioneros dicen que su principal atractivo es que atrae y fideliza a los clientes y que ayuda a presentar el negocio no sólo como un lugar para los autos. Las únicas limitaciones, aseguran, son algunas normativas porteñas que impiden expandir el rubro, como las prohibiciones para vender alcohol, elaborar comidas o instalar más de dos computadoras con conexión a Internet.