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21 de noviembre de 2024
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Cristina recortó fuerte el gasto en construcción de viviendas
Lo congeló en $ 5.000 millones. Pero por la inflación, equivale a una poda del 40%. El tema cobra vigencia ante la toma de tierras. Ahora prometen construir 100 mil por año
19 de diciembre de 2010
El déficit de viviendas y las condiciones de habitabilidad de las familias se agravaron en los últimos años para los sectores medios y de bajos ingresos.

Este deterioro estuvo acompañado de la disparada de los precios de las propiedades y de la drástica reducción del presupuesto público destinado a las mejoras y construcción de viviendas accesibles para las familias menos pudientes.

En 2009 el programa de vivienda fue de $ 5.276 millones y el de este año, con un inflación del 25%, se ejecutarían $ 5.000 millones. Para 2011, con una proyección inflacionaria de casi el 30%, se prevé invertir lo mismo, $ 5.100 millones, cuando para acompañar la inflación de dos años debería ser de $ 8.000 millones.

Los números son contundentes: indican una reducción real de casi el 40%.

El programa más importante, Techo Digno, para 2009 preveía terminar 27.547 viviendas y se construyeron 18.582, un 33% menos.

Ante el caos social provocado por el déficit habitaciones, el gobierno nacional salió rápido a anunciar un plan para construir unas 100 mil viviendas por año.

La iniciativa estará dirigida a las familias con ingresos de entre $ 4500 y $ 10 mil, por lo que quedan totalmente afuera los okupas.

El diseño y la ejecución estarán a cargo de la Cámara de la Construcción, pero se financiará con fondos del Estado y el sector privado. Quieren sumar a la banca.

La Cámara Argentina de la Construcción (CAC) está preparando dos programas nacionales de vivienda para la clase media que se van a financiar con el apoyo del Estado y con el apalancamiento del Banco Nación, el Banco Provincia y el Banco Macro.

Uno de los proyectos se fondeará con dinero del Programa del Bicentenario. El segundo, en cambio, prevé un financiamiento tripartito, que incluye la participación del mercado de capitales, dinero de la ANSES y del impuesto a los combustibles, más un sistema de ahorro previo familiar (con subsidios en algunos casos). El objetivo es construir más de 100 mil soluciones habitacionales por año, con el propósito de combatir un déficit histórico que, de acuerdo a los cálculos de la CAC, supera las 2,5 millones de viviendas en todo el país. Además, se espera que los proyectos tengan un fuerte impacto en la economía y en la creación de empleo.

El problema es que durante el 2009 se terminaron apenas 668 viviendas del plan Urbanización de Villas y Asentamientos Precarios, cuando el número previsto era de 1.792, o sea un 63% menos, según informó a Clarín Gisell Cogliandro, Directora de la Fundación Siena, que analiza las Políticas Públicas.

Estos dos programas centrales insumieron en 2009 casi $ 3.900 millones, se ejecutarían en 2010 unos 3.600 millones y se prevén para 2011 gastar $ 3.800 millones.

Cogliandro agrega que el nivel de ejecución de Techo Digno es del 58,9%, con fuertes disparidades entre los distritos. “El programa no se ha ejecutado en Santa Fe, la segunda provincia con mayores necesidades de infraestructura social básica, Chubut, Ciudad de Buenos Aires y San Luis. En menor medida, se aprecia un muy bajo nivel de ejecución del crédito vigente en Córdoba (12,7%), Corrientes (10,2%) y Catamarca (13,7%). En el otro extremo, La Pampa y San Cruz ejecutaron el 261 y 236,1% del crédito vigente , respectivamente.

El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina detectó que “a pesar del crecimiento económico importante durante la última década”, en los últimos tres años los indicadores de hacinamiento volvieron a subir mostrando “un empeoramiento de la condición económica de los sectores más vulnerables”. Al mismo tiempo, por la suba de los precios de las propiedades y los alquileres, y cambios migratorios, se produjo un incremento de los barrios de urbanización precaria, generando “una nueva presión sobre la problemática habitacional”.

El informe reconoce que hubo mejoras en las condiciones de vivienda que comprendieron a los sectores de mayores ingresos, en tanto la proporción de hogares con “déficit habitacional severo” tuvo escasa variación y eso “estaría vinculado con la persistencia en el tiempo de villas y asentamientos que, más allá del crecimiento económico, expresan la dificultad que en nuestro país existe para instrumentar una política habitacional eficaz”.

Otros indicadores del Observatorio marcan la misma tendencia. Así se señala que “tras 6 años de crecimiento económico ininterrumpido, en 2009 casi la mitad de los hogares pobres seguían calefaccionándose y cocinando por medio de garrafas” – pagando precios más altos que el resto — o “la desigualdad en el acceso al agua de red es sumamente alarmante”.