Desde los 14 años, preocupa más que el estudio. Es porque la secundaria no tiene orientación y porque hay incorporación rápida al mercado laboral
Lo que más les preocupa a los jóvenes de entre 14 y 17 años, cuando miran al futuro, es tener una ocupación remunerada y lograr estabilidad laboral. Lo demás, queda relegado
Eso quedó reflejado en un relevamiento privado y domiciliario sobre 904 chicos de todo el país, de entre 10 y 24 años, que también manifestaron sentirse optimistas respecto de su futuro económico en comparación con lo que les tocó a sus padres, a que pudo acceder Clarín.
Una primera conclusión es que el futuro les preocupa bastante o mucho al 72 % de los jóvenes de todas las edades. En la discriminación por edad, el futuro preocupa al 73 % de los que tienen entre 14 y 17 años y al 84% de los que tienen entre 18 y 24.
Pero al 37% de los adolescentes de entre 14 y 17 el “tema trabajo” es lo que más les ronda por la cabeza. En esta franja, las cuestiones de estudio aparecen en segundo lugar, con el 31 %. Es decir, poder estudiar una carrera universitaria, sostenerla en el tiempo y recibirse también resulta fundamental para muchos adolescentes, aunque en menor medida.
Después, en la encuesta elaborada en forma conjunta por TNS-Gallup y la Universidad de Palermo, aparecen lejanos en las preferencias otros tópicos como el de la economía (5%), que en parte abarca al trabajo y los estudios; los “temas sociales o del país” (4%) y la situación familiar/sentimental (2%). Uno de los ítems destacados es el que figura como “proyecciones propias a futuro”, que ocupa el 11 % de las preocupaciones. Los encuestadores detallan que aquí entra: “realizarse como persona”, “independizarse”, “poder progresar”, “hacer lo que me gusta” y “ser feliz”, entre otras respuestas. Aparece también un sorprendente porcentaje de encuestados (19%) que no sabe qué es lo que le preocupa del futuro .
Ahora bien: ¿qué explica que los chicos y chicas en plena edad del secundario ya estén pensando más en el trabajo que en el estudio? Para Catalina Nosiglia, secretaria académica de la UBA, el problema está en la educación media . “No da deseos de seguir aprendiendo ni orientación clara hacia dónde estudiar. Si el estudio está asociado al trabajo, pero no sé qué estudiar, me va a preocupar en qué voy a poder trabajar”, reflexiona.
Hay una ficción de independencia porque participan como consumidores. Ese es el vector de status social actual. Un pibe que vive con los padres y trabaja puede comprarse un iPhone y no se calienta mucho por el proyecto de futuro, el estudio pasa a segundo plano”, explica esta profesora de la UBA, que entiende que el término “preocupación” no necesariamente tiene una connotación negativa: “Les preocupa el trabajo no porque no hay, sino todo lo contrario. Hoy hay trabajo, aunque en general sea muy precario y flexibilizado”.
Roxana Boso, especialista en Psicología del Trabajo, cree que “lo que se está viviendo es la incidencia que tienen las experiencias de crisis de empleo que los chicos vieron en sus padres y que no quieren repetir. Sus padres fueron víctimas del menemismo”. Boso coincide con Duek respecto de los riesgos que aparecen cuando el trabajo compite con la formación. “Cuando se incorporan al mercado laboral pueden terminar atrapados y dejar los estudios”, advierte esta docente de la UCA.
De todos modos, la encuesta no refleja un inexorable abandono de la idea de estudiar. “La preocupación de estos jóvenes también es qué estudiar para tener más probabilidades de un trabajo . En toda elección profesional eso se combina”, explica Nosiglia. “Entre trabajo, estudio y economía sumás más del 70% de los encuestados.
El sostén económico es lo que está en la cabeza de estos chicos. La juventud no está perdida, está atada a la coyuntura global de consumo, que compensa simbólicamente la falta de certezas del presente y el futuro”, remarca Duek.