En un claro gesto para entregar confianza a los habitantes, el mandatario se sumergió con Sasha en las costas afectadas por el derrame de petróleo
El presidente estadounidense, Barack Obama, prometió que no abandonará a los damnificados por la marea negra que afectó al Golfo de México, durante un fin de semana en familia en las costas de Florida, en la que en solidaridad con los habitantes de la región se bañó junto con su hija Sasha.
Obama, quien llegó con su familia ayer por la mañana a Panamá City, un balneario en el noroeste de este turístico estado, se reunió con comerciantes y empresarios afectados por la peor contaminación marítima en la historia del país, iniciada por la explosión de una plataforma petrolera de la empresa británica British Petroleum a fines de abril.
"Hoy, el pozo está tapado. El petróleo ya no fluye en el Golfo. Pero estoy aquí para decirles que nuestro trabajo no terminó, y no nos iremos a ninguna parte hasta que no esté terminado", aseveró el presidente.
"Seguiremos vigilando y quitando todo el petróleo que llegue a la superficie, limpiando todo lo que llegue a las costas", añadió Obama, quien subrayó que un estudio reciente había mostrado que gran parte del crudo derramado frente a las costas de Luisiana se había evaporado, disuelto o había sido recuperado. "Pero no me quedaré satisfecho hasta tanto el medioambiente esté de nuevo en buenas condiciones, lleve el tiempo que lleve", agregó.
Obama, cuyo gobierno enfrentó críticas en los primeros meses de la catástrofe, cuando fracasaban los sucesivos intentos de BP de tapar el pozo, adoptó nuevamente un tono firme en defensa de los damnificados, a la espera de un resarcimiento económico.
"Cuando vine al Golfo, la vez pasada, vi mucha cólera por la manera en que BP administraba los pedidos de indemnización. Por lo tanto, en junio, me reuní con los dirigentes de BP y durante ese encuentro, aceptaron colocar 20.000 millones de dólares en un fondo especial para pagar por los daños" por el derrame, recordó.
Acompañado por su esposa, Michelle, su hija menor, Sasha, y su perro, Bo, Obama pasó poco más de 24 horas en Panama City, en un gesto de solidaridad hacia los habitantes del Golfo y para incitar a sus compatriotas a seguir el ejemplo.
"Gracias a los operativos de limpieza, las playas del Golfo están limpias, abiertas y son seguras. Es una de las razones por las cuales Michelle, Sasha y yo estamos acá", explicó Obama, quien deseaba manifestar a los estadounidenses "que deberían venir aquí, no sólo para apoyar a la región, sino también porque es un lugar magnífico".