En otro capítulo de la novela que mueve millones de dólares, el presidente Jorge Ameal, le contestó al jugador al asegurar que la propuesta del club es "seria"
"Es para reírse", decía Juan Román Riquelme sobre la última oferta que le había hecho Boca para renovar su contrato. La Comisión Directiva del club mantuvo una reunión esta tarde y parece dispuesta a escuchar las carcajadas: decidieron que no realizarán una nueva oferta. El futuro de Riquelme llegó así a su punto máximo de incertidumbre.
El Bichi Borghi lo dijo claro: "Mi deseo es que vuelva. Pero el problema no es futbolístico, es de Money". La dirigencia boquense y el jugador nunca llegaron a ponerse de acuerdo en el plazo del próximo contrato ni en cuánto iban a pagarle.
El plantel está muy cerca de regresar desde Australia, donde jugó una serie de amistosos, y el lunes deberían reunirse todos en Casa Amarilla para comenzar el trabajo de cara al Apertura. Queda apenas el fin de semana para que se resuelva el conflicto Riquelme.
Las promesas que desde el club se escucharon de que todo se solucionaría “a la brevedad” quedaron en la nada. Es que poco después de esos dichos el propio Riquelme salió a plantear su punto de vista: "Hay que decir la verdad de cómo está la situación hoy. Confunde a la gente que digan que está arreglado cuando las cosas fueron para atrás el lunes. Alguien mandó a decir que estaba arreglado, pero hay que ser claros”.
Además de la cuestión económica, hubo diferencias en torno a la duración del contrato. Boca había comenzado ofreciendo un año y medio, mientras que el jugador quería que el vínculo se extendiera a tres años, como el que finalizó el pasado 30 de junio, pero después extendió la pretensión a un año más, luego de lo cual el club subió hasta tres y, finalmente, hasta cuatro.
Con la negociación en ese estado, el problema tenía que ser el mencionado por Borghi. Pero Riquelme seguía planteando dudas: "Jamás le pedí plata a Boca, no estoy hablando de dinero”.
Ahora se espera la voz del presidente Jorge Amor Ameal, sus razones y, quizá, el blanqueo de una negociación que no está del todo claro. Luego, debería llegar la respuesta del jugador. Nadie cree que realmente se esté riendo.