Un sondeo realizado por The Washington Post demostró que seis de cada diez votantes no cree en la capacidad del mandatario de tomar decisiones correctas para el país
Cuando faltan cuatro meses para las elecciones legislativas de noviembre, la mayoría de los estadounidenses perdió la confianza en el presidente Barack Obama, según una encuesta que indica que seis de cada diez votantes no cree que el líder vaya a adoptar las decisiones correctas.
Una consulta realizada por el periódico The Washington Post muestra como la mayoría de los encuestados discrepa sobre la gestión económica de Obama, mientras que sólo una cuarta parte cree que la economía mejora, según pudo replicar el diario El Cronista.
El 36% de los votantes carece de confianza alguna, o tiene poca confianza, en el líder y en los legisladores. Esa cifra aumenta entre los votantes que no pertenecen a ningún partido, y que en las elecciones presidenciales de 2008 se inclinaron mayoritariamente por Obama, un factor que se consideró clave en el triunfo del entonces candidato.
Tan sólo el 26% de los votantes se declara dispuesto a apoyar a su diputado en la Cámara de Representantes en las elecciones legislativas del próximo noviembre, cuando se renovará toda la cámara baja y un tercio del Senado.
En cambio, el 62% de los ciudadanos se declara dispuesto a plantearse nuevos candidatos.
Acerca del liderazgo de Obama, un 42 % de los votantes declara que tiene confianza en que el presidente tomará las decisiones que convienen al país, mientras que el 58% cree que no.
A la llegada de líder al poder, hace un año y medio, seis de cada diez votantes expresaba su confianza en las decisiones del nuevo líder.
La aprobación presidencial, según la encuesta del Post, se encuentra en el 50%. Otro 47% desaprueba su gestión.
Alarmada por las encuestas, la Casa Blanca avanzó ayer para calmar las crecientes hostilidades con la comunidad de negocios, diciendo que los ejecutivos corporativos tenían una “puerta abierta” y prometiendo escuchar sus ideas.
Obama fue blanco de críticas de parte de algunos grupos empresariales, que afirman que la agenda fiscal y regulatoria del gobierno está provocando incertidumbre y dañando el crecimiento del empleo, lo que podría tener un costo político para el líder demócrata
Para darle paso al consenso, el gobierno respondió: “Aunque podamos no concordar en algunos temas, tenemos una puerta abierta y siempre estamos dispuestos a considerar aportes e ideas de todos, incluyendo a la comunidad de negocios‘, afirmó la asesora del gobierno, Valerie Jarrett.
La Casa Blanca también ha asumido una revisión de las regulaciones federales y buscado un aporte para lograr un modo menos pesado para los empresarios.
“Nuestro enfoque para la regulación es uno pragmático y de sentido común que se base en evidencia y sea dirigido por cifras‘, dijo la subdirectora de comunicaciones de la Casa Blanca, Jen Psaki. Y agregó: “Queremos que las regulaciones protejan la salud y el bienestar del pueblo estadounidense al mismo tiempo que promueven, y no se mina, el crecimiento económico”.
Pero de cara a las elecciones legislativas de noviembre, el Partido Republicano está ansioso de ponerle una etiqueta de “anti negocios” a Obama.
Sin embargo, el mandatario no sólo quiere evitar roces con la comunidad de negocios por un tema político: las empresas en Estados Unidos tienen cerca de u$s 1,8 billones en efectivo, según la Reserva Federal.
Obama quiere alentarlos a invertir parte de ese dinero para ayudar a reiniciar la recuperación económica de Estados Unidos, que hasta ahora ha sido deslucida.