A 25 años del primer acuerdo para protegerla, científicos anunciaron que su deterioro se frenó. Sin embargo, su recuperación recién comenzaría en el 2010
En 1972, la Organización Meteorológica Mundial lanzó el alerta tras haber encontrado las primeras evidencias del ciclo de destrucción del ozono antártico. De aquel día pasaron 25 años de trabajo intenso para proteger la capa de ozono sobre la Antártida. Hoy, científicos confirmaron que el deterioro se frenó.
El ozono es un gas que forma parte de la atmósfera de manera natural. Cerca del 10% se halla en la tropósfera (la capa más cercana la superficie terrestre), y el resto en la estratósfera. Esta mayor concentración es fundamental, pues su función es absorber parte de la radiación ultravioleta (RUV) del Sol, que es dañina para la vida.
Los acuerdos alcanzados, que lograron contrarrestar el deterioro, nacieron gracias al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Ya en 1973, Mario Molina y Frank Sherwood Rowland plantearon que los clorofluorocarbonos (CFC), presentes sobre todo en los aerosoles, transfieren cloro en la estratósfera y dañan la capa de ozono, al punto de formar un agujero durante el invierno y parte de la primavera.
En 1985, veinte países firmaron en Viena el Convenio para la Protección de la Capa de Ozono. Dos años después se suscribió el Protocolo de Montreal, que establece un cronograma de reducción de los CFC, hasta su eliminación total.
Hoy, los CFC se estabilizaron en la estratósfera, aunque “hasta el año pasado, la cantidad de cloro aún era suficiente para saturar los procesos químicos de destrucción en la capa de ozono”, aclara el doctor Pablo Canziani, gerente nacional de Investigaciones sobre la Capa de Ozono para la Convención de Viena, según pudos aber l diario Clarín. “Los CFC ‘viven’ más de cien años”, recuerda Eduardo Piacentini, del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el que monitorea el ozono estratosférico.
“No podemos decir que la capa de ozono haya empezado a recuperarse; sí que no ha empeorado –afirma Canziani–. Recién veremos una recuperación entre 2010 y 2020 y, si funciona bien, ésta concluiría entre 2050 y 2060; pero eso todavía es motivo de discusión”.
Si bien los procesos climáticos son muy lentos, los especialistas coinciden en que se reaccionó a tiempo . “El Protocolo de Montreal es un ejemplo de tratado exitoso”, sostiene Carlos Ballaré, investigador del Conicet en el Laboratorio de Biología Ambiental del IFEVA (Facultad de Agronomía, UBA).
Sin embargo, los científicos no están tranquilos. “Ahora vemos que hay una relación entre el adelgazamiento de la capa de ozono y el cambio climático –agrega Canziani–. Entre 2000 y 2010 se inició una evaluación de cómo está respondiendo el agujero de ozono a la estabilización de los CFC y cómo afecta al cambio climático, y viceversa. En paralelo, en el último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático se estudió los efectos de los gases que reemplazaron a los CFC, que son peores que los de efecto invernadero ”.
En la actualidad, agrega Canziani, “se está buscando nuevos gases que no dañen la capa de ozono ni tengan efecto en el cambio climático, y se está negociando la eliminación total de los reemplazantes de los CFC para el período 2025-2035”.