Por José Calero

Antes de comenzar el Mundial, repasar las figuras del equipo que Diego Maradona llevó a Sudáfrica llevó a muchos a pensar en que esta vez sí, después de 24 años, y aún tras el subcampeonato de Italia 90, donde una mezquina Alemania ganó con un penal inventado la final, "ahora o nunca" era la oportunidad de volver a levantar la Copa de Oro.

Se respiraba en las calles tras cada gambeta a velocidad ultrasónica de Lionel Messi, en cada patriada a pura potencia de Carlos Tevez, en la definición exquisita del Pipita Higuaín y en el toque heroico de ese goleador ya casi mitológico llamado Martín Palermo.

Ahora, con la Argentina en cuartos de final, ese convencimiento de que esta vez sí, de que llegó la hora de volver a levantar la Copa, va creciendo con la gente en las calles, los bocinazos, las banderas celeste y blanco que van poblanco los balcones, y esa alegría desenfrenada que genera una selección que marcó 10 goles en cuatro partidos.

Con Maradona en el banco y un cuerpo técnico que, a contramano de lo que se creía, la tiene más clara de lo que muchos pensaban y acierta en cada variante, con jugadores millonarios en la cancha dispuestos a cambiar buena parte de su fortuna por la gloria de un Mundial y con un pueblo que respalda en las tribunas y desde la Argentina, la sensación de que es "Ahora y nunca" crece tras cada partido.

El sábado, ante la siempre difícil y mañosa Alemania, la Argentina tendrá un desafío decisivo para saber si llegó la hora de volver a lograr el sueño deportivo más grande que tienen 40 millones de argentinos.