A pesar del ruego del Episcopado por no politizar los festejos de la Iglesia, el Bicentenario encontró a oficialistas y opositores fragmentados en distintos altares
Ni el Bicentenario logró juntar a oficialistas y opositores.
Néstor Kirchner, Cristina Fernández y su gabinete mudaron la ceremonia religiosa central a la Basílica de Luján, con plaza propia, para evitar las parábolas críticas de Jorge Bergoglio.
En la Catedral Metropolitana, junto al arzobispo porteño, rezaron Mauricio Macri, Francisco de Narváez y el titular de la bancada UCR en Diputados, Oscar Aguad.
El mendocino Julio Cobos y el bonaerense Eduardo Duhalde decidieron alejarse de las grandes ceremonias. El vicepresidente estuvo en la Basílica de San Francisco, en Mendoza; y el ex presidente peronista, en un templo de Lomas de Zamora.
Elisa Carrió y Felipe Solá resolvieron acatar el pedido del Episcopado y, para evitar el clima de confrontación, no participaron de ceremonia religiosa en público.