Giorgios Papandreu reconoció que varias medidas del plan de ajuste del Gobierno apuntan a "ciudadanos que no tienen la culpa y tienen que pagar" por la crisis financiera
El primer ministro de Grecia, Giorgios Papandreu, reconoció en Atenas que muchas de las medidas impuestas para recortar el gasto público son "injustas y desiguales", pero que no había tiempo que perder para evitar la bancarrota del país.
Papandreu declaró ante el pleno del Parlamento que el gobierno "asumió decisiones muy difíciles y algunas son injustas, contra los ciudadanos que no tienen la culpa de la situación actual y tienen que pagar".
"Tuvimos que elegir entre el derrumbe de Grecia o su salvación. Obtener dinero del sistema existente injusto y desigual", manifestó el primer ministro.
Asimismo, el premier manifestó su satisfacción por la forma pacífica con que decenas de miles de manifestantes protestaron ayer en una huelga general de 24 horas que paralizó el país contra las medidas impopulares ante el Parlamento.
"La voz de los descontentos se escuchó más fuerte, sin violencia, sin daño a la propiedad privada y con respeto al derecho sagrado de la huelga y de la protesta pero sin violencia", dijo.
Por su parte, en su discurso denunció que la economía griega se encuentra bajo la supervisión de la Comisión Europea debido al mal desempeño económico del gobierno conservador anterior.
En ese sentido, mencionó el déficit público de casi el 14 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) y el hecho que la deuda pública subiera en unos 100.000 millones de euros en sólo seis años.
En 2009, al asumir Papandreu el poder, el gasto público estaba en 120.000 millones de euros, más del 50 por ciento de PBI, mientras que los ingresos estatales eran inferiores a los 90.000 millones de euros.
La oficina de estadísticas griega informó ayer de que la deuda pública aumentó en 11.800 millones de euros en los últimos tres meses, alcanzando los 310.000 millones de euros.