Pablo Trapero convocó a Ricardo Darín para su nueva y cruda película, que se ubica entre las mejores de su filmografía, junto a "El bonaerense" y "Mundo grúa"
Por Sebastián Martínez
En una de las apuestas más duras y sórdidas de su carrera, Pablo Trapero ha dado un nuevo paso en su elogiable carrera con "Carancho", un filme cercano al policial sucio, en el que se cuenta una difícil historia de amor entre una médica y un abogado que, hasta tanto recupere su licencia, trabaja para una falsa fundación que lucra con las víctimas de los accidentes de tránsito.
Por suerte, Trapero sigue siendo Trapero. Cuando se supo de la convocatoria de Darín (quizá el actor más cotizado del cine argentino), muchos decían que el director iba a dar un paso hacia un cine más amable y comercial. Nada de eso sucede. Todo lo contrario. Si bien se puede decir que cierto aire documental presente en otras películas aquí da un paso atrás, el tono, la crudeza y la violencia de "Carancho" ratifican que el director no ha querido complacer a la taquilla, sino hacer otra película con su sello.
Ese sello ya es conocido: "Mundo grúa", "Leonera" y "El bonaerense" quizás sean su expresión más lograda; "Nacido y criado" y "Familia rodante" quizás su punto más bajo. No hay que pensar mucho para colocar a "Carancho" en la primera de las listas.
¿De qué trata la historia? Sosa (Darín) es abogado, pero ha perdido la licencia. Hasta tanto la recupere, se dedica a "caranchear", es decir a sobrevolar los lugares donde ocurren accidentes de tránsito y convencer a las víctimas de entablar demandas judiciales, a través de una supuesta fundación, que es en realidad una pantalla de una poderosa industria del juicio.
Claro que este oficio tiene infinitas contraindicaciones. En el medio hay que "arreglar" con policías, médicos, paramédicos, empleados judiciales, etc. Y todas estas negociaciones son riesgosas, al punto que el personaje de Darín será reiteradamente golpeado a lo largo de los 105 minutos de película.
Del otro lado, casi del lado del espectador, aparece Luján (interpretada por la esposa de Trapero, Martina Gusmán), una médica recién llegada al conurbano bonaerense que debe trabajar en los peores horarios y las más difíciles guardias para pagar su, digamos, "derecho de piso".
Sosa y Luján se conocerán, previsiblemente, en torno a un accidente, cerca de una ambulancia. Y a partir de entonces nacerá una relación que para él será una esperanza de alejarse de ese mundo hostil y sórdido, y para ella el descubrimiento de ese universo indeseable. No se puede contar mucho más.
Con sus altibajos, las películas de Pablo Trapero son siempre una buena noticia para el espectador argentino. En el caso de "Carancho", la noticia es aún mejor. Ha regresado el mejor Trapero. Lo acompañan nada menos de Darín y Gusmán. El escenario es San Justo, esa porción del oeste suburbano que el director conoce de memoria. ¿Qué más se puede pedir?