Todos los años, antes de dar comienzo a la ceremonia de entrega de los Oscar, se les recuerda a los candidatos en las distintas categorías, que en caso de resultar ganadores, deben ser concisos en sus discursos y agradecimientos, porque si cada uno se toma su tiempo para hablar, la gala se haría eterna.

Hasta ahí, todos de acuerdo. Unos se tardan más, otros menos, pero los "quiero agradecer a..." se sintetizan en unos minutos, unas cuantas lágrimas y otro tanto de risas.

No obstante, este año, los organizadores del acontecimiento más importante para el cine hollywoodense se pusieron estrictos: los galardonados tendrán 45 segundos para alzar la estatuilla y agradecer al mismo tiempo. No alcanza para llorar, ni para bromear. Es el "discurso corto".

Para los de pocas palabras, basta y sobra. Para los de muchas, tienen la opción de grabar un saludo largo tras bambalinas, con todos los comentarios que quieran, que será reproducido en Internet.

¿Los motivos de esta drástica decisión? Según trascendió, Bill Mechanic, uno de los coproductores del espectáculo, dijo que los discursos con el Oscar en la mano, la emoción y las lágrimas bañando los conmovidos rostros de los ganadores son "el momento más odiado de todo el show".