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21 de noviembre de 2024
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Más de lo mismo: cierran las exportaciones de carne
Sin que se le caiga una sola idea original, el gobierno se dispone a frenar las ventas de carne al exterior mientras todos los países las incentivan. La ausencia de una política agropecuaria agudiza la crisis
12 de febrero de 2010
La Casa Rosada, complicada por el aumento del costo de vida, cerró de hecho la venta de carne al exterior.

La medida apunta a bajar los precios de los principales cortes, que registraron aumentos de más de 25 por ciento, consigna Crítica de la Argentina.

Sin mediar decretos ni resoluciones, el Gobierno cerró las exportaciones de carne para intentar frenar la disparada de los bifes en las principales ciudades del país.

La medida no fue formalizada por escrito pero sí confirmada a Crítica de la Argentina por fuentes oficiales y empresariales, que ratificaron que rige desde hace aproximadamente dos semanas.

El objetivo gubernamental, que aún no se cumplió, es revertir los aumentos del 25% promedio que sufrieron los consumidores de los cortes vacunos más populares.

La prohibición de despachar carne al exterior opera porque se interrumpió el otorgamiento de los permisos que se exigen desde 2008, denominados Registros de Operaciones de Exportación (ROE).

Los únicos cortes cuyos envíos no se interrumpieron son los de la Cuota Hilton, que Europa permite importar con menos aranceles y que se venden carísimos en el Viejo Continente.

El organismo que suele entregar y ahora retiene los ROE es la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA), que preside desde hace cuatro meses el contador Juan Manuel Campillo, ex ministro de Economía de Néstor Kirchner en Santa Cruz. Se trata del mismo ente que entrega subsidios multimillonarios a los engordadores de ganado a corral y a otros productores de alimenalimentos para contener su precio en el mercado interno.

Los dueños de los frigoríficos culpan por las restricciones al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, quien hoy volverá a reunirse con ellos en la denominada “Mesa de Carnes”. También advierten que si el torniquete continúa, deberán suspender o despedir personal. Y aseguran que la medida no logrará frenar los aumentos al público, que a su juicio responden al encarecimiento del ganado en pie.

“Las exportaciones están cerradas de hecho, pero la cantidad de carne que hace falta para abastecer el mercado a los precios del año pasado es muy superior a la que liberan con esta medida”, dijo a este diario el presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (Ciccra), Miguel Schiariti.

Un alto ejecutivo de una cadena de supermercados lo dijo aún más tajantemente tras pedir anonimato: “Desde hace dos semanas que no se firma un solo ROE”, aseguró.

En la ONCCA confirmaron el bloqueo de los embarques y explicaron que es “para no coadyuvar al aumento de precios”. También avisaron que este lunes empezarán a reempadronar a los dueños de feedlots (establecimientos de engorde) para hacer más efectivos los subsidios que entregan al sector.

Los principales perjudicados por la interrupción de las ventas serán los consumidores de Rusia, el mayor destino en volumen de la carne que sale del país.

El presidente del poderoso Consorcio ABC, Mario Ravettino, quien representa a los frigoríficos exportadores, concluyó justamente ayer una visita a Moscú para promocionar las virtudes del bife argentino. Funcionarios de primer nivel del Gobierno dicen desconocer aún el momento en que los churrascos argentinos volverán a ser degustados por los ciudadados rusos. Las fronteras están cerradas aunque no medie una medida oficial que la legitime.

Para los dueños de los frigoríficos que abastecen el mercado local, el freno de los embarques no servirá porque la carne que se exporta no llega al 20% de la que se produce en el país. Según el último informe de Ciccra, el año pasado se exportaron 638 mil toneladas de carne. El volumen fue un 50% superior al de 2008 pero los ingresos no fueron tanto mejores porque los precios internacionales cayeron. En total, las ventas trajeron al país u$s 1.866,4 millones, un 11,9% más que un año antes.

Schiariti opinó que “el problema es la caída del stock de ganado por la política sectorial que llevó adelante este Gobierno”. Precisó que el año pasado se faenaron 16,3 millones de cabezas, un récord que no se alcanzaba desde 1978. Pero para peor, la participación de las hembras en la faena total llegó a 49,7% y se constituyó en el guarismo más elevado de los últimos veinte años. Eso anticipa que el stock futuro seguirá cayendo.

El ministro de Agricultura, Julián Domínguez, prefirió el optimismo. En un acto en Rosario dijo que “hay una demanda sostenida de vientres de hembras para poblar los campos” y aseguró que también “hay demanda de semillas para pastura forrajera y de toros”, con miras en el mediano plazo.

Los que temen por su futuro son los obreros del sector. El secretario general del sindicato cárnico bonaerense, Silvio Etchehún, denunció ante este diario que “ya hay 48 despedidos en el frigorífico Rioplatense, otros 55 en General Pico (La Pampa) y otros 22 en Misiones”.

El líder del sindicato nacional, José Fantini, se reunirá hoy con empresarios del rubro.

DETRÁS DEL BIFE, UNA PELEA POR PODER. Cuando el conflicto con la dirigencia agropecuaria comenzaba a convertirse en la Guerra Gaucha, la Presidenta le puso valor al peso que el asado y la milanesa tienen para los argentinos: “Comemos más de 70 kilos de carne vacuna por año. Y no estamos dispuestos a cambiar nuestra dieta alimentaria. Somos un caso único en el mundo”.

Esa trascendencia le otorga a la pelea por la carne una dimensión política: no en vano la primera baja que sufrieron las filas K fue una consecuencia de la discusión sobre la gestión oficial en ese mercado. En mayo de 2006, la diputada María del Carmen Alarcón fue expulsada de la Comisión de Agricultura y Ganadería, que presidía, tras la decisión de Néstor Kirchner de bloquear las exportaciones para hacer descender los precios domésticos. Ahí comenzó a hacerse explícito el divorcio del Gobierno con el sector agrícola-ganadero.

Para el Poder Ejecutivo, la disputa por el precio de la carne no es sólo el debate con un sector de la economía. Es parte de la pelea por el poder.

"LOS PRECIOS BAJAN SI LOS CONSUMIDORES DEJAN DE COMPRAR". “No se puede pagar 35 pesos por un kilo de milanesas. ¿Cómo hacés para llevar a la mesa asado para cuatro personas? Te vale 60 pesos. Es imposible. Dos bifes: 20 pesos. Los consumidores son los que van a terminar con esta historia”. El vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías de la Capital Federal, Alberto Williams, está convencido de que los valores de los cortes, incluso de los más populares, hicieron que el más argentino de los alimentos sea un producto inaccesible para las mayorías. Y cree que ninguna política pública, sino el rechazo de los propios clientes de las carnicerías va a terminar con la escalada inflacionaria en el sector.

La caída de la oferta de ganado para faena desató la fiebre remarcadora que en lo que va del año acumula más de 25 por ciento de inflación. Williams estima que a la retracción de las cabezas se sumó un plan de engorde de los productores que aprovechan el crecimiento de las pasturas con las últimas lluvias para lograr mejores pesos de los animales. “Pero en algún momento van a tener que vender”, advirtió el empresario.

Para el representante de las carnicerías, un cierre de las exportaciones podría favorecer el aumento de la oferta, y por lo tanto una disminución de los precios al consumidor, “siempre y cuando la gente se niegue a pagar los precios actuales, que es lo mejor que puede hacer”.

El Mercado de Hacienda de Liniers volvió a padecer ayer una jornada con escaso movimiento de animales, lo que contribuyó a que los precios se mantuvieran en los mismos niveles elevados de las últimas semanas.