Los expertos dicen que debe empezar desde el nivel inicial. Hay una ley que lo prevé pero no se cumple. El aprendizaje temprano ayuda a prevenir los abusos sexuales
Decir que la educación sexual debe empezar a los 2 o 3 años, cuando los chicos apenas están en jardín de infantes, puede sonar ridículo. La explicación es que, cuando se piensa en educación sexual se la suele limitar a la genitalidad de los adolescentes y a los métodos anticonceptivos. Sin embargo, los educadores coinciden en que la educación sexual no debe ser "la charla de quince minutos el día en que la madre le encontró un preservativo a la hija adolescente" sino que debe empezar en la primera infancia.
Laura Berman, una especialista estadounidense en salud sexual, lo grafica con una anécdota: estaba bañando a su ahijada de 3 años cuando la niñera le dijo: "No se olvide de lavarle la colita para que no tenga mal olor". Berman, según le contó al diario The Guardian, contestó: "Primero no es una colita sino una vulva. Segundo, no tiene mal olor, es hermosa".
Berman cree que son muchos los padres que postergan la educación sexual de sus hijos hasta que están a punto de tener relaciones sexuales. Aclara, obviamente, que un chico de 3 años no debe saber todo sino que, a esa edad, deben asegurarse de no darles mensajes que les haga pensar que el sexo es algo malo o sucio y ya les pueden enseñar a llamar a los órganos sexuales por su nombre.
"Educación sexual no es sólo hablar de relaciones sexuales, también es hablar de roles de género, llamar a los genitales por su nombre, prevenir el abuso sexual. En este sentido, desde los primeros años es importante evitar el "llorás como una nena" o "mamá limpia porque es mujer", porque van marcando pautas de género. También es el momento para enseñarles quién puede tocarlos, por ejemplo, para higienizarlos", explica Andrea Gómez, psicóloga especializada en sexualidad y miembro del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam).
¿A qué edad debe empezar la educación sexual en casa? "Desde que los chicos hablan y nos van guiando con sus preguntas: ¿por qué las nenas no tienen pene?, ¿qué tiene en la panza una embarazada? Hay que usar palabras reales y no de fantasía: ni el pitito ni la cotorrita sino la vagina y el pene. Infantilizar la sexualidad no la disimula", dice Gómez.
Exequiel Niewolski Cesca, médico tocoginecólogo y educador sexual, coincide: "La sexualidad se enseña por lo que se dice y por lo que no se dice. Desde que el chico ve cómo el padre trata a la madre ya está aprendiendo pautas de sexualidad. Es entendible que haya padres que crean que porque la madre lleva a su hija al ginecólogo la está impulsado a tener relaciones o que a muchos padres les resulte incómodo hablar porque a ellos nadie les habló cuando eran chicos. Por eso el desafío es que los mayores nos eduquemos para poder hablarles de una sexualidad que eduque hacia la salud".
Sin embargo, muchas familias hacen lo que el avestruz. Una investigación anual de Celsam indicó que casi el 70% de los padres no habla de sexualidad con sus hijos: a veces porque creen que son muy chicos o son grandes y ya deben saber; otras porque creen que la escuela y los medios están más capacitados para responder.
Por otra parte, que exista una ley que incluye la educación sexual desde el nivel inicial en las escuelas, no es consuelo: los educadores dicen a lo sumo les dan alguna charla de salud sexual y recién en secundaria. "La ley incluso habla de organizar en las escuelas espacios de formación para padres, pero nunca se hizo", sostuvo el sexólogo Oscar Rodríguez.
¿Qué hacer y qué no? "Lo que no deben hacer es trasmitir una prohibición del tipo "acá de esto no se habla", pero tampoco dar discursos magistrales sin escuchar qué están preguntando. Educar no es revisarles la cartera ni conocer todos los detalles", dice Gómez.
"No sirve creer que la educación sexual es una charla antes de que el adolescente se vaya de vacaciones", agrega Niewolski Cesca.
¿Por qué es necesario hacerlo? "Cuando no hay información en casa, se informan por canales menos seguros y sostienen mitos, como que la primera vez no hay riesgos, que si ellas llevan preservativos parecen chicas fáciles o si los llevan ellos van a ser vistos como sexópatas", dice Diana Galimberti, presidente de Celsam.
Las cifras de esa institución lo dicen todo: solamente dos de cada diez mujeres usan un método anticonceptivo en la primera relación sexual. Y uno de cada cinco embarazos adolescentes ocurre en el primer mes de iniciadas las relaciones sexuales.