Cada hora que se pasa sentado frente a la tele supone un incremento del 18% de las muertes por trastornos cardíacos y un aumento del 11% de la mortalidad en general
Un nuevo estudio realizado por científicos en Australia sugiere que las personas sedentarias podrían vivir menos años. La investigación se basó en el seguimiento de hábitos y estado de salud de 8.800 adultos de 25 años o más durante seis años y medio. Determinó que cada hora que se pasa sentado frente al televisor supone un incremento del 18% de las muertes por trastornos cardíacos y un aumento del 11% de la mortalidad en general.
Los que vieron televisión cuatro hora por día o más tuvieron un 80% más de probabilidades de morir como consecuencia de enfermedades cardiovasculares que los que miraron televisión dos horas o menos. Y tuvieron, además, un 46% más de probabilidades de morir por cualquier otra causa, sin importar si tenían sobrepeso o no. Estas conclusiones fueron publicadas en la edición online de Circulation: Journal of the American Heart Association, según publica el diario Clarín.
Si bien es posible que personas que ya estaban enfermas vieran más televisión que las que gozaban de buena salud, los investigadores trataron de descartar ese tema mediante la exclusión de quienes ya padecían enfermedades cardíacas, así como por medio de la consideración de factores de riesgo como la dieta o el tabaquismo.
Si bien las ventajas de la actividad física ya están bien estudiadas (y todos los años diferentes asociaciones divulgan sus beneficios), los investigadores sienten un creciente interés por los efectos del sedentarismo. Un hábito que, sostenido en el tiempo, puede repercutir en la salud cardiovascular.
"Mucha gente pasa de un asiento a otro, del asiento del auto a la silla de la oficina y a otra silla frente al televisor", dice el principal autor del estudio, David Dunstan, del Baker IDI Heart and Diabetes Institute de Victoria, Australia.
"Incluso si una persona tiene un peso corporal saludable y permanece sentada durante períodos prolongados, ejerce una influencia perniciosa en el nivel de azúcar en sangre y en las grasas sanguíneas", aseguran los investigadores.