Está en la zona de La Frontera, al norte del balneario. Sólo se llega en 4x4 y cuatriciclos. Fue distinguido por sus playas vírgenes, limpias y alejadas de la urbanización
La hilera de balnearios pinamarenses tiene fin. Hacia el Norte, un arco marca la entrada de playas a las que sólo se accede a pie, en 4x4, cuatriciclo o moto. A 1.300 metros de allí, se oye el viento, el mar arrimándose a la orilla y las camionetas que estacionan encimadas. Los turistas se recuestan en hamacas paraguayas o colchonetas bajo sombrillas de paja, con un licuado o un daiquiri de frutilla. La arena es más blanca y las playas son más amplias que las céntricas. El escenario de fondo: pinos tupidos y médanos altos y empinados. Así es El Más Allá, el parador elegido como el mejor lugar de la costa argentina en los últimos tres años por una comisión integrada por los municipios de la Costa.
Desde la municipalidad de Pinamar dijeron a Clarín que fue distinguido por "sus playas vírgenes, limpias y alejadas de la urbanización. Como en Brasil, Australia las del sur de California". Según el estudio de impacto ambiental, son los únicos que no deberán cambiar su frente marítimo en mayo. Pero deben construir una rambla.
Roby Cozzi, ex tenista y encargado de El Más Allá, hace hincapié justamente en "preservar la naturaleza del lugar". Le molesta la edificación o que le pidan que instale carpas. "Yo, que me metí en medio de la naturaleza, me di cuenta de que tengo que acompañarla", reconoce. Hace siete años instaló la pagoda de madera de 150 m2 y en forma de hexágono en medio del arenal. Contó que el ex intendente, Blas Altieri, le había dicho: "¿Tienen ganas de gastar plata? Hacélo. Pero no lo dejés a la mitad como todos los paradores de la zona". A los tres días de inaugurarlo, se llenó. Hoy, van 500 personas por día. Entre ellos, la familia Duhalde, Oscar Andreani, Daniel Scioli y Karina Rabolini. Por convertirse en un símbolo de Pinamar, abrieron otro a 2.300 metros, donde vive su sobrino Ezequiel Sierra, otro de los encargados: "Todo fue hecho a pulmón". No hay luz ni agua y tienen un grupo electrógeno. Los dueños hacen 12 km a diario para sacar la basura y buscar mercadería. Ambos paradores están abiertos todo el año. Los turistas meriendan panqueques y cenan a la luz de las velas.
Seguridad en playa quiere prohibir la circulación de las 4x4 pero no lo hacen por ser un ícono de esta ciudad. "Las huellas se borran con el viento. Hay que organizarlas", reclama Roby. Hace nueve años, el Norte de Pinamar terminaba en un parador más cercano llamado "La Frontera". Hoy termina en El Más Allá.