Tus 'nenas' siguen pidiendo: "Quiero llenarme de ti" - Asteriscos.Tv
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21 de noviembre de 2024
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Tus 'nenas' siguen pidiendo: "Quiero llenarme de ti"
Pasión, carisma, unas caderas desatadas a la lujuría, junto a letras que hicieron del amor una historia en sí misma. Roberto Sánchez creó a Sandro y lo amaron
4 de enero de 2010
Por Roberto Aguirre Blanco

Nadie pudo igualar el dramatismo que le puso a cada una de sus canciones que por años fueron emotividad y sensaciones intensas, por ese camino de seducción directa, sin filtros, Sandro fue el rey de América, un ídolo sin precedentes.

En los primeros planos de la música popular, allá en las décadas del 60 y 70, gobernó sin rivales este artista que hizo de sus presentaciones en los escenarios de todo el continente un espectáculo único, admirado por mujeres y hombres.

Esa fue una gran virtud de Sandro, poder captar con la misma emoción a “sus nenas” con la seducción de su voz, su boca de labios palpitantes y una pelvis que hizo delirar a toda una generación de chicas.

Pero el cantante, que tuvo en sus inicios una devoción por Elvis Presley, llevó esa locura mundial a los escenario argentinos, con pantalones de cuero ajustados.

Con ese perfil, los hombres también lo adoptaron como su ícono y, con esa fuerza, el cantante edificó una carrera única llenando estadios de fútbol y, alcanzando a colmar el mítico Madison Square Garden de Nueva York.

El cine, la pantalla grande, fue su gran impulso, y cada disco venía acompañado por un film con sus canciones y las historias oscuras, de amores difíciles y llenos de pasiones encontradas, y bajo ese paraguas su popularidad no tuvo límites.

Fue tan grande su explosión mediática que su primera aparición en los recordados “Sábados Circulares de Mancera, en Canal 13, junto a “Los de Fuego”, fue un antes y un después en la vieja televisión en blanco y negro.

“Saquen a ese degenerado que mueve las caderas como ostentando”, chillaban sus detractores, ruborizados por la caradurez de este jovencito nacido en Valentín Alsina que con el fuego de su talento hizo temblar el escenario musical de la Argentina.

Sandro era el personaje, detrás de él estaba Roberto Sánchez, el “pibe” que dejó la secundaria para ayudar a su padre en su trabajo cotidiano y que como muchos chicos de aquella “Nueva Ola” compartió espacios tan ricos de la noche porteña como “La Cueva”, donde nació el rock nacional hace casi medio siglo.

Roberto Sánchez era el ciudadano, que tejió de misterio y privacidad su bunker de Banfield donde buscó, como cualquier hombre común ,el amor, que le fue cambiando hasta la llegada de su última esposa, Olga, quien fue al final de su camino la imagen de “todas sus nenas”, para cuidarlo, mimarlo y hacerlo sentir feliz.

Roberto se despojaba de su personaje y caminaba por las calles de su terruño como una persona cualquiera, por más que a la noche se calzara el traje de gran simulador y diera vida al “hombre de la rosa”.

Los años maduros trajeron sus problemas de salud, su falta de oxígeno, la culpa a tantos cigarrillos entregados a su cuerpo sin pedir permiso, y a la vez una postura de armar espectáculos anuales en la calle Corrientes, que temporada tras temporada, superaba sus propios récords.

Así, esos escenarios rodeados de mujeres de más de 50 y chicas nuevas que deliraban con su show, se llenó de lencería femenina, de rosas y su robe chambre del mejor cantante argentino de las últimas decadas.

Y, también, como en una mueca de un destino prefijado, y en una complicidad que iba mas allá de la devoción con sus “nenas”, un tubo de oxigeno era parte de esos conciertos y servían para recuperar el aire que ya no tenía, y mostrar sin trampas, que el ídolo estaba de pie por el amor a la vida.

Hoy, las “nenas”, esas que cada 19 de agosto se acercaban a su casa a cantarle su “feliz cumpleaños” con el solo premio de ver su saludo, esas “nenas”, no paran de llorar, como tampoco pueden dejar de hacerlo millones de otras mujeres que lo amaron desde otras generaciones, por herencia, hasta sin haberlo visto nunca en vivo.

La gira de Sandro es eterna, es como su guitarra y sus muchachas, el “amigo el Puma” se pierde en ese lugar de donde nunca se desaparece, que es la música y su arte inolvidable.

Sin embargo, Roberto, el hombre que peleó hasta último momento, el ser humano que quería vivir, que nunca pidió privilegios a la espera de sus órganos que le dieran una nueva oportunidad, ese hombre, hoy perdió la batalla. Que luchó con dignidad.

Sánchez partió después de intentarlo todo, nos dejó a Sandro, su mejor creación, nos legó sus canciones y su arte.

Sin embargo, Roberto, ya comenzamos a extrañarte...
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