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21 de noviembre de 2024
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Oyarbide, un magistrado con pasado turbulento
El juez que investiga la mafia de los remedios y las escuchas en el gobierno porteño, tiene pasado turbulento y estuvo a tiro de destitución
4 de enero de 2010
Nacido en Entre Ríos, soltero y de 58 años, el juez federal Norberto Oyarbide es, hoy por hoy, el magistrado con mayor protagonismo por las causas que investiga, ya que amenazan el destino del matrimonio Kirchner.

"El Enano", como lo apodan en forma despectiva sus colegas más nuevos del fuero, investiga el presunto enriquecimiento ilícito del matrimonio presidencial.

No menos importantes son dos causas clave que tiene a su cargo: el escándalo de espionaje que envuelve al gobierno porteño y la mafia de los medicamentos (se presume que ese caso involucra fondos destinados a la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner).

El elegante y refinado Oyarbide investiga, además, la causa de enriquecimiento ilícito del ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime. También tiene a su cargo el caso Skanska, que salpica a Julio De Vido, un funcionario clave del kirchnerismo.

Como si le faltaran casos polémicos, tomó el caso de una denuncia de la UCR contra el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, a quien los radicales lo acusaron por amenazar al gobernador electo de Corrientes para que apoyara políticamente al matrimonio Kirchner.

Su carrera judicial tuvo tantos vaivenes políticos como cambios de Gobierno.

Años después de que el entonces presidente Carlos Menem lo propusiera como juez federal en 1994, Oyarbide pidió la captura del riojano. Desde 2003, encabezó distintas investigaciones en materias como los derechos humanos y la revisión de los años 70, que le vinieron como anillo al dedo al gobierno de Néstor Kirchner, quien ahora irónicamente corre riesgos judiciales por casos que investiga Oyarbide.

"No tengo por qué ocultarlo, barría el piso" de una empresa de alarmas en Entre Ríos, comentó Oyarbide sobre sus inicios laborales. Hijo de una familia entrerriana de clase media, Oyarbide también fue un prometedor empleado del área de recursos humanos de la empresa Bunge&Born, reveló el Diario de Cuyo.

A cargo del quinto Juzgado Federal porteño de Primera Instancia, Oyarbide suele salir a correr con amigos por la Costanera, le gusta la música clásica y conjuga el footing al aire libre con almuerzos en el coqueto restaurante Piegari, ubicado en la zona porteña de Retiro.

Oyarbide tiene aggionardo su despacho con fotografías de su madre, ornamentos de plata desplegados por todo su escritorio y estatuillas de la Virgen María, de la que es muy devoto.

También encabeza actividades benéficas en el interior de Salta. El año pasado visitó la ciudad de Guachipas, un pueblo de 1.700 habitantes, donde entregó noventa bolsas con zapatillas e indumentaria deportiva a las entidades intermedias de esa localidad.

De todos modos, ni Dios ni la Virgen lo salvaron de quedar en el ojo del huracán por un escándalo sexual que difícilmente quede en el olvido.

En 1998, se difundió un video en el que Oyarbide aparecía manteniendo relaciones sexuales con un joven en Spartacus, un prostíbulo para hombres regenteado por Luciano Garbellano y al que el juez admitió concurrir.

Según testigos, Oyarbide era socio de Garbellano en Spartacus y otros dos locales similares.

Al menos eso contó el recepcionista argelino de un restaurante, quien denunció que Oyarbide lo amenazó de muerte porque el trabajador extranjero sabía de la existencia del polémico video filmado en el prostíbulo de Garbellano.

Pero el argelino no fue el único que corrió riesgo de muerte. También Garbellano fue víctima de un tiroteo que, según fuentes judiciales, tenía relación con la existencia del video filmado en Espartacus.

Por motivos que aún no se conocen, Garbellano y Oyarbide se pelearon.

Deprimido, Oyarbide pidió licencia, pero después fue suspendido por el Senado, donde recayó el juicio político. La Cámara de Diputados acusó al juez de falta de ética por concurrir al prostíbulo Spartacus y omitir denunciar el delito de promoción, facilitación de la prostitución y de tráfico de influencia por parte de su entonces amigo Luciano Garbellano. En 2001, el Senado absolvió a Oyarbide, que también se lo vinculó con el mundo de la prostitución femenina.

El juez, que también fue acusado de enriquecimiento ilícito durante el juicio político, era padrino del hijo de un tal Carlos Perciavalle (homónimo del actor), quien co-lideraba en la ciudad de Buenos Aires el negocio de la prostitución femenina.

El ex ministro de Economía Domingo Cavallo, había acusado a Oyarbide de estar apadrinado por la Policía Federal, luego de que el magistrado lo procesara en una causa vinculada a la empresa OCASA, del fallecido empresario Alfredo Yabrán. El escándalo se desató luego de que Cavallo revelara en 1996 que Carlos Corach (otro funcionario del menemismo) le había anotado en una servilleta el nombre de los jueces federales y al lado a quiénes respondían.

Testigos del caso Spartacus ya habían mencionado la relación entre Corach y Oyarbide, quien habría dicho en varias oportunidades que el funcionario menemista "era muy amigo y lo llevaría a camarista".

Años después, Oyarbide terminaría haciéndose cargo de las causas por la cuenta en Suiza de Carlos Menem o el enriquecimiento ilícito de Armando Gostanián (ex titular de la Casa de la Moneda del menemismo).

El juez federal, que le revocó la prisión domiciliaria al represor Jorge Rafael Videla, pidió a España en 2007 la extradición de la ex presidente Isabel Martínez Perón en la causa Triple A, la temible organización paramilitar que condujo José López Rega en 1974 y 1975.

También cerró una investigación por dádivas contra Kirchner que, como algunos de sus estrechos colaboradores, hoy está bajo la mira de este magistrado. ¿Avanzará Oyarbide contra Néstor como lo hizo con Menem? O será más fuerte el instinto de sobrevivencia de este juez que pasó de ser el "patito feo" de la Justicia al juez de las causas imposibles.