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"Juventud sin juventud": Francis Ford Coppola recargado
En un ambicioso regreso a la dirección luego de 10 años, Coppola nos trae la historia de un anciano profesor rejuvenecido por un rayo y perseguido por los nazis
16 de diciembre de 2009
Por Sebastián Martínez

Si Francis Ford Coppola hubiese filmado únicamente "El padrino" su nombre ya merecería el bronce y el reconocimiento de los historiadores del cine. Pero si a esa obra maestra le sumamos otras de la dimensión de "El padrino II", "Apocalipsis Now", "La conversación" y "La ley de la calle", ya deberemos convenir que Coppola es uno de los más grandes directores que los Estados Unidos han dado en los últimos 30 años.

Pero la carrera de Coppola es extraña. Luego de las mencionadas maravillas que dirigió durante los once años que van desde 1972 hasta 1983, su visión del cine comenzó a modificarse. Y a hacerse, por cierto, más despareja. "The Cotton Club", "Tucker, un hombre y su sueño", "Drácula" y "El poder la justicia" son algunos de los títulos de esta segunda etapa en la vida creativa de este realizador.

Algunas son mejores, otras peores, pero sin duda no alcanzaron la brillantez de aquella década arrasadora en que Coppola nos dejaba constantemente con la boca abierta. Ahora bien: "El poder de la justicia" fue la última de esa segunda tanda de filmes creados por Coppola y desde su estreno debieron pasar diez años para que el hombre decidiera ponerse de nuevo detrás de las cámaras.

Y la elegida para debutar en esta tercera etapa de su vida como director fue "Juventud sin juventud",que llega a las pantallas argentinas con dos años de atraso y como adelanto de "Tetro", su película "argentina", rodada en nuestras tierras y con un elenco que incluye algunas figuras vernáculas como Rodrigo De la Serna y Leticia Brédice. Pero si "Tetro" (que aún no tiene fecha de estreno local) fue el filme "argentino" de Coppola, su predecesora, "Juventud sin juventud", fue su película "rumana".

Cuando se lo consulta sobre esta nueva etapa en su carrera como realizador, Coppola suele responder que ahora hará las películas como le venga en gana, sin tener que rendirle cuentas a nadie. Aparentemente, por lo que puede verse en "Juventud sin juventud", el Coppola que filma como quiere es un Coppola recargado.

Por un lado, por su acepción obvia, por el hecho de que el director ha resuelto darle un nuevo impulso y un nuevo perfil a sus creaciones. Pero, por otra parte, porque el primer adjetivo que viene a la memoria mientras se mira "Juventud sin juventud" es precisamente ése: un filme "recargado".

Visualmente ambicioso, preciosista, narrativamente sinuoso, discursivo, sentencioso por momentos, este filme es la adaptación de una novela del rumano Mircea Eliade, un hombre dedicado a la filosofía, a la historia religiosa y a los estudios filológicos.

De hecho, el personaje principal de "Juventud sin juventud" (interpretado por Tim Roth) es precisamente el anciano profesor Dominic Matei que ha dedicado su vida entera a redactar un trabajo inabarcable sobre la historia de los lenguajes y la subjetividad humana desde sus comienzos hasta la actualidad.

Y cuando ya es un anciano de más de 70 años que teme nunca terminar su trabajo, viaja a la Bucarest de 1938 sumido en la depresión y es alcanzado por un rayo. El impacto eléctrico provoca un extraño efecto en el viejo profesor: lo rejuvenece varias décadas, le otorga una inusitada lucidez, debilita un poco su cordura y le devuelve la perdida capacidad de amar. Mientras es cuidado por un médico local (interpretado por ese enorme actor suizo que es Bruno Ganz), el profesor Matei se transformará, al mismo tiempo, en un caso de prioritario interés para los nazis que han ocupado la ciudad.

Entre su propia e inestable psiquis, los estudios médicos, la mujer que le abre la chance de volver a enamorarse y los enviados del Tercer Reich, el protagonista de la película transitará su extrañísima vida. Claro que Coppola ha decidido contarla de un modo especial: con simbolismos, con un clima que va de lo onírico a lo realista, con encuadres poco convencionales, con extensos diálogos y monólogos, hasta redondear una película exuberante y un poco pomposa.

Claro que Tim Roth, Bruno Ganz, el pequeño papel de Matt Damon y la bella Alexandra Maria Lara nos dan argumentos para ver esta película. Y claro que el hombre detrás de las cámaras es nada menos que Francis Ford Coppola. Pero esta vez, ahora ya lo sabemos, se trata de "Coppola recargado".