Las lluvias y el calor de los últimos días favorecieron que la Ciudad se llenara de mosquitos. Las medidas de prevención de parte del Estado y el rol de los ciudadanos
Las lluvias y el calor de los últimos días favorecieron que la Ciudad se llenara de mosquitos. De muchas especies. Pero es el Aedes aegypti el que más preocupa, porque es el trasmisor del dengue, y el que se ha vuelto más abundante. Por esa razón se están incrementando las medidas de prevención.
"En estos días se observa un crecimiento de la población de los mosquitos silvestres por las condiciones climáticas, de lluvia y sol", admitieron en la Dirección General de Espacios Verdes, consultados por el diario Clarín.
Pero ocurre que no hay una sola especie de mosquito zumbando por los cielos porteños, sino más de treinta, aclara el doctor Nicolás Schweigmann, investigador del Conicet, director del Grupo de Estudio de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. "El número de especies aumenta considerablemente en el Gran Buenos Aires y en la provincia, donde en total llega a más del doble –señala el científico–. Todos vuelan y pican, y tienen formas parecidas; algunos son más grandes, otros más chicos. Van de los grises a los marrones, y algunos tienen manchas blancas".
"Antes de los 80, el mosquito común era el Culex pipiens; pero luego entra de nuevo el Aedes aegypti y empieza a instalarse en las viviendas, y hoy en día es el mosquito común. Si decimos que el mosquito común es el más frecuente, ése es el Aedes aegypti", precisa Schweigmann.
El Culex es nocturno. "No necesita vernos para encontrarnos y picarnos, porque tiene sensores que detectan el calor, el ácido láctico –presente en la transpiración– y el dióxido de carbono –que exhalamos cuando dormimos", señala el investigador. El Aedes, en cambio, es diurno, al igual que el Ochlerotatus albifasciatus –la otra especie más frecuente–, que se cría en los charcos, "y con la lluvia y el calor está proliferando –agrega Schweigmann–. En Costanera Sur, las lagunas que se habían secado están encharcadas, y llenas de mosquitos".
El Aedes aegypti transmite 103 virus, muchos a los animales; en nuestra región, a los humanos les infecta los del dengue y de la fiebre amarilla urbana. Hasta ahora no se ha detectado mosquitos infectados con el virus del dengue.
"Estamos monitoreando en qué zonas ya empezó a aparecer el Aedes –contó a Clarín Néstor Nicolás, subsecretario de Emergencias de la Ciudad–. En un trabajo de Defensa Civil se observan las zonas más vulnerables y con mayor probabilidad de hallarlo, sobre la base de una serie de patrones: casas con patios, jardines y fondos, casas con más de 50 años de antigüedad, terrenos baldíos. Ya se detectaron en algunas zonas de los siguientes barrios: Villa Devoto, Villa Crespo, Parque Avellaneda, Mataderos, Bajo Flores, Villa Riachuelo, Pompeya, Agronomía y Chacarita".
Así, el mapa de riesgo de dengue identificó en la Ciudad 5.277 manzanas con probabilidad de tener el mosquito transmisor del dengue, de las cuales 545 son las que tienen las mayores probabilidades. "Allí se colocan trampas para detectar la formación de larvas: frascos de vidrio limpio (pintados por fuera de negro), con agua y una lengua de madera –explicó Nicolás–. Una vez por semana se retiran esas lenguas y se cambia el agua, las maderitas se miran con el microscopio y allí se puede ver si hay huevos. Este trabajo se hace durante todo el año".
"Si se analiza el comportamiento de los últimos años, casi siempre pasó lo mismo: este mosquito está en los mismos barrios, empieza a avanzar en el verano, y en marzo está en todo Buenos Aires, menos en el centro comercial", agregó el funcionario.
"Desde el Area de Control de Plagas se trabaja para realizar las fumigaciones necesarias, a fin de paliar la molestia de los vecinos. A partir del inicio del verano, se fumiga los espacios verdes cada 15 días", informaron en Espacios Verdes. Ayer, el jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, supervisó un operativo en la zona de Parque Chacabuco, que incluirá acciones de prevención del dengue.
Las fumigaciones no eliminan las larvas del Aedes aegypti –un mosquito domiciliario–, por lo que hay que retirar todos los recipientes que puedan juntar agua, para no darle la oportunidad de reproducirse. "Si todos los vecinos lo hicieran –afirma Nicolás–, en un mes desaparecería de Buenos Aires".