El DT ganó su primer título profesional. El gran hacedor de la campaña de Banfield en los últimos años. Un ex arquero que gana una estrella como entrenador
El hombre apoyó la lista opositora a la que ganó las últimas elecciones en el club, era la carta de triunfo de esos dirigentes que no lograron –por muy pocos votos—renovar la comisión directiva del “Taladro”.
De todas formas, el entrenador Julio César Falcioni recibió una propuesta para charlar del presidente Carlos Portell, y allí en junio pasado se sentaron para dirimir algunas diferencias.
El ex arquero de Vélez y el seleccionado se había ido peleado con Portell tras su anterior paso por el club en 2006 y de esa charla adulta surgió la posibilidad de volver a dirigir a la entidad del sur del Gran Buenos Aires.
De esa unión nació nuevamente una sociedad que terminó de cerrar un círculo virtuoso que se había abierto en 2003 cuando Falcioni llegó al club y en muy buenas campañas de dos años logró alejarlo de cualquier fantasma del descenso y clasificarlo a las copas sudamericanas.
El mayor logro hasta el momento llegó en 2005 cuando Banfield disputó por primea vez la Copa Libertadores de América y con su juego estratégico alcanzó los cuartos de final, en una gran campaña.
Y, ese mismo semestre, para cerrar un excelente ciclo, logró el segundo subcampeonato de la historia al terminar a dos puntos de Vélez, en un torneo que afrontó en muchos partidos con jugadores suplentes.
Después de 12 años de carrera profesional –debutó en Argentina dirigiendo a Vélez en 1997—este hombre de 53 años, de gesto duro y palabras firmes, alcanzó su primer título profesional tras dirigir además a Olimpo, Independiente, Colón y Gimnasia y Esgrima La Plata.
Un entrenador que se jactó siempre por armar equipos muy estratégicos, sólido en defensa y como su visión futbolística lo exige –por haber visto mucho el juego desde el arco—estructurado de atrás hacía adelante.
El ex guardametas se transformó en el segundo jugador de ese puesto que logró un título profesional en Argentina tras el antecedente de Juan Carlos Ogando, quien en 1961 dirigió a Racing en su vuelta olímpica.
Con un equipo de memoria –como a él le gusta decir—Falcioni logró su primera estrella y despertó sus ambiciones de alcanzar más logros en el futuro.