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"2012": el fin del mundo cotiza a 200 millones de dólares
Con historias más o menos predecibles, actores con algún carisma y efectos especiales cautivantes, llega el filme sobre catástrofes más grande de la historia
3 de diciembre de 2009
Por Sebastián Martínez

Posiblemente, Roland Emmerich nunca llegue a ser un director respetado y famoso como lo son, digamos, Francis Ford Coppola, Steven Spielberg o James Cameron. Sin embargo, el día que haya que escribir sobre lo que fue el cine de Hollywood durante los primeros años del siglo XXI (para bien o para mal) quizás lo más justo sería mencionar a Emmerich antes que a sus ilustres colegas.

Que quede claro: Emmerich no tiene otro talento más que el de darle al público de los Estados Unidos lo que éste pide. Podría decirse que, en cierto modo, Emmerich es "el" director por antonomasia de la gran industria cinematográfica de Hollywood. Si esto es un elogio o un insulto queda a consideración de cada espectador.

Pero retrocedamos un paso: ¿qué hizo Roland Emmerich para que se digan todas estas cosas sobre él? Bueno, basta con recordar sus cinco filmes más famosos para darnos una idea de a qué se dedica este hombre: "El patriota", "Día de la independencia", "El día después de mañana", "10.000 A.C."y, ahora, "2012".

A quien haya visto por lo menos dos de estas películas, la enumeración le alcanzará para tener un panorama sobre el universo creativo de Emmerich. Un universo grandilocuente, marcadamente nacionalista, lleno de efectos especiales y con un éxito en las boleterías que es el sueño de cualquier productor.

Ahora enfoquémonos en "2012", su más reciente creación. En esta película, Emmerich se ha propuesto filmar (o más correcto sería decir "posproducir") la más grande película del género "catástrofe" de toda la historia. Y hay que decir que lo logra. Aunque nuevamente vale una aclaración: "grande" no significa "mejor".

El argumento del filme toma como excusa una antigua profecía de la cultura maya, que supuestamente sostiene que el mundo dejará de existir el 21 de diciembre de 2012. Y con explicaciones científicas al paso (que no parecen del todo fundadas) describe el proceso mediante el cual el incremento de la actividad solar provoca el recalentamiento del núcleo terrestre y el consecuente hundimiento de casi todos los continentes en el océano.

Por supuesto que, mientras esto ocurre, hay historias humanas que deben ser contadas. Tal como sucedía en "Día de la independencia", las tres o cuatro historias paralelas que ocurren mientras llega el fin del mundo terminarán uniéndose en el gran final.

Por un lado, un padre divorciado (John Cusak) lleva de excursión a sus chicos al parque Yellowstone y conoce de casualidad a un lunático (Woody Harrelson) que le explica la proximidad del Apocalipsis. Con estos datos, tratará de salvar a sus hijos, a su ex esposa (Amanda Peet), al nuevo marido de ésta y a otros personajes secundarios que van apareciendo en el camino.

Por otra parte, un geólogo que es el primero en descubrir lo que se viene (Chiwetel Ejiofor) termina trabajando codo a codo con el presidente de los Estados Unidos (Danny Glover), su hija (Thandie Newton) y su jefe de Gabinete (Oliver Platt), ante la inminencia de la catástrofe.

Hay otras pequeñas líneas argumentales lanzadas a lo largo de las largas dos horas y media que dura la película y malos muy malos y buenos muy buenos y algunos pocos que cambian. Pero realmente nada de eso tiene importancia. Lo que en verdad cautiva de "2012" son los efectos especiales.

En este punto hay que sacarse el sombrero. Realmente son cautivantes e hipnóticas las imágenes de la gran catástrofe planetaria, con ciudades enteras sumergiéndose en el mar y los principales iconos de Roma, Río de Janeiro, Las Vegas o Washigton DC perdiéndose para siempre.

Lo que ocurra en medio (que no es gran cosa) a nadie le llamará demasiado la atención. Pero las secuencias creadas en los laboratorios de efectos especiales del Cristo Redentor derrumbándose, las grandes torres de Los Angeles sucumbiéndo o la Casa Blanca arrasada por un tsunami son difíciles de olvidar. Allí (en los 200 millones de dólares de presupuesto) y en el carisma de algunos de sus actores reside todo lo que "2012" tiene para ofrecer.