El viernes a la noche, y después de varias idas y venidas, la presidenta Cristina Kirchner firmó el decreto mediante el cual se dispondrá un aumento de las tarifas aéreas de cabotaje de alrededor de un 20 por ciento.

Cabe destacar que para algunos tramos, el avión se había tornado más económico que el ómnibus. Ante ello, Schiavi se puso a trabajar en un aumento que no sea uniforme para todos los destinos, sino que establezca algunas diferencias para algunos destinos y vuelos.

Sin embargo, el esquema diferenciado no avanzó y se optó por un aumento generalizado del 20 por ciento reclamado por los transportistas de larga distancia y también por las aerolíneas. Los primeros se quejaban de las ofertas que hacían las compañías aéreas, sobre todo las subsidiadas Aerolíneas Argentinas y Austral. El argumento era que, de esta manera, depredaban el mercado y nadie ganaba según informa el diario La Nación.

Las aerolíneas también reclamaban que se recompongan las tarifas desde mayo del año pasado, cuando se autorizó el segundo tramo de un aumento escalonado que sumó un 36 por ciento. Las tarifas aéreas, al igual que las del transporte interurbano, tienen un sistema de bandas donde el Estado pone un máximo y un mínimo y las compañías sólo pueden moverse dentro de ese rango.