Un inventor combinó fe e ingenio para crear una forma de mantener las tradiciones eclesiásticas vivas. La persona pone sus manos bajo el sensor y, parece, se hace el milagro
Un inventor italiano combinó la fe y el ingenio para crear una forma de mantener las tradiciones eclesiásticas vivas para los fieles sin el temor a contraer la llamada gripe porcina, inventando un dispensador de agua bendita electrónico.
El dispensador de terracota, utilizado en la norteña ciudad de Fornaci di Briosco, funciona como un dispensador automático de jabón de los baños públicos, un feligrés pasa sus manos bajo un sensor y la máquina expele agua bendita.
El padre Pierangelo Motta señaló que la máquina "ha sido una pequeña novedad. Inicialmente la gente estaba impactada por esta innovación tecnológica, pero luego la recibieron con gran entusiasmo y alegría. Los miembros de esta parroquia se han acostumbrado".
Los católicos que entran y salen de las iglesias habitualmente mojan sus manos en fuentes llenas de agua bendita -que ha sido bendecida por un sacerdote- y luego se persignan.
Sin embargo, el temor a contagiarse de la gripe H1N1 ha llevado a evitar este gesto a muchas personas en Italia, donde han muerto unas 15 personas a causa de la llamada gripe porcina.
Una devota llamada Marta Caimm calificó el invento con las palabras "es genial" mientras entraba a la iglesia. "Gracias a esto no nos preocupamos de contagiarnos la gripe porcina. Es lo adecuado para el momento", comentó.
Luciano Marabese, quien inventó el dispensador, señaló que lo hizo ante el temor de que la influenza H1N1 erosionara las tradiciones.
"Tras todas las noticias de que algunas iglesias, como la catedral de Milán, estaban suspendiendo el uso de las fuentes de agua bendita como una medida contra la gripe porcina, la demanda de mi invento subió a las estrellas. He recibido órdenes de todo el mundo", comentó.