Una mujer llegaba al andén para aguardar como lo hacía habitualmente la formación que la llevara a destino junto con su bebé que viajaba en uno de los tradicionales carritos.

Pero cometió un error casi fatal: no le puso el freno para que se quede en el lugar, ya que el tren venía y ella se disponía a abordarlo.

Sacó las manos del carro, se distrajo un segundo y a causa de una leve inclinación que tenía el andén, las ruedas del mismo apuntaron hacia las vías. Cuando la mamá intentó reaccionar el coche estaba en plena caída hacia el sendero que recorren los subtes.

La mujer no tuvo tiempo de bajar a buscarlo porque la formación llegó al instante y arrolló el carrito. La desesperación creció en la madre. Su bebé había desaparecido. Se encontraba debajo del vagón que frenó delante de ella. Pero el milagro llegó.

Increíblemente al niño de seis meses no le pasó nada grave. Solamente tuvo un leve traumatismo en su cabeza a causa de la caída.

Quien pasó a mejor vida fue el cochecito que terminó destruido por el tren.