Es el resultado del estrés que genera un evento deportivo intenso, como el Boca-River y fue presentado por la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC). A cuidarse la pasión
Ha quedado registrado en las crónicas deportivas que el superclásico Boca-River jugado el 4 de mayo de 2008, en el que se enfrentaron los DT Carlos Ischia y Diego Simeone, fue, más allá del marcador que favoreció a Boca, deslucido. Pero, aun así, señalan los cardiólogos, ese domingo los hospitales porteños atendieron cuatro veces más infartos que cualquier otro domingo.
"El estrés en general y, en particular, el que puede generar un evento deportivo de alta intensidad, como es un partido Boca-River, pueden ser el gatillo que desencadene un episodio cardiovascular en una persona que está predispuesta a sufrirlo", dijo a LA NACION el doctor Darío Di Toro, cardiólogo del Cemic y del hospital Argerich.
El doctor Di Toro, junto con sus colegas del Consejo de Cardiología Clínica y Terapéutica de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), puso a prueba esta hipótesis, que ya había sido demostrado en otros eventos deportivos fuera del país, en doce hospitales y clínicas privadas porteñas.
"Registramos en las guardias y en las unidades coronarias de hospitales como el Argerich, el Fernández, el Santojanni o el Pirovano, y de clínicas como la Dupuytren o la de los Virreyes, información epidemiológica sobre eventos cardiovasculares, como infartos, preinfartos, picos de presión arterial, entre otros."
Los resultados del estudio fueron presentados el fin de semana pasado, en el XXXV Congreso Argentino de Cardiología que se realizó en la ciudad de Buenos Aires. Estos muestran que durante el domingo del superclásico y los dos días siguientes se registraron cuatro veces más infartos y el doble de crisis hipertensivas que durante un domingo y los dos días siguientes, en que no hubo ningún evento deportivo de esa magnitud.
Emociones peligrosas:
La relación entre fútbol e infarto ha sido sugerida ya por numerosos estudios internacionales, realizados durante la Copa Europea en 1996 o el Mundial de Francia en 1998, en los que se observó que durante los días de partidos clave se producían, en promedio, más eventos cardiovasculares que en días en los que el estado de ánimo no estaba influido por estas competencias deportivas.
"En estos casos, el evento deportivo desencadena una situación de estrés que, al igual que otras situaciones estresantes, como un divorcio, una mudanza o la pérdida del trabajo, puedan desencadenar un evento cardiovascular -explicó Di Toro-. Claro que esto ocurre en personas predispuestas, que tienen factores de riesgo cardiovasculares, como colesterol elevado, hipertensión o diabetes, por ejemplo."
Reducir los factores de riesgo cardiovascular es, agregó Di Toro, el camino más sensato, ya que evitar las emociones fuertes que producen los encuentros deportivos es un consejo difícil de cumplir para quienes se declaran fanáticos del fútbol.
"Si un superclásico produce un aumento como el que observamos -concluyó el cardiólogo-, un partido como el de hoy tiene un impacto aún mayor, ya que lo ve un país entero".