La estrategia es aislar a los obispos cercanos al arzobispo y abrir una instancia de negociación con sectores eclesiásticos menos críticos de la política actual
En el gobierno creen que hay que frenar el elevado nivel de conflictividad con la Iglesia encabezada por Jorge Bergoglio. El Vaticano sería funcional a esa estrategia porque Bergoglio está alejado de la conducción de Benedicto XVI, a quien casi le impide llegar al Papado en el último Concilio Vaticano.
Incluso, desde el Vaticano presionan para que Bergoglio se desprenda de su vocero, Guillermo Marcó, quien cuestionó al gobierno, pero también al propio Papa, en ese caso por las poco felices declaraciones de Benedicto XVI sobre Mahoma.
El presidente Nestor Kirchner cree que el cardenal Bergoglio es hoy un adversario político declarado, que maquilla cada actividad institucional con una política anti K.
Por eso, prepara una escalada de cruces verbales con la curia, motoriza un plan para recomponer los vínculos con el clero y, al mismo tiempo, aislar al arzobispo de Buenos aires.
En una primera etapa, Kirchner utilizará la interna eclesiástica contra el arzobispo de Buenos Aires.
El principal objetivo es evitar mas casos como el de Joaquín Piña en Misiones quien enfrenta al candidato K, el gobernador Carlos Rovira, que busca una inconcebible reelección indefinida en Misiones.
En este marco, el debut del plan sería al día siguiente de la elección constituyente de Misiones, donde confrontarán Rovira, que pretende introducir la elección indefinida, y el ex obispo Piña, que se opone, férreamente, con el aval de la cúpula del Episcopado.