El médico personal del entrenador de la selección argentina dijo que tenía miedo que Maradona recayera en un pozo depresivo y por eso autorizó su viaje a Italia
El entrenador de la Selección nacional, Diego Maradona, viajó al pie de los Alpes italianos para instalarse en la lujosa clínica del doctor Henri Chenot, una eminencia entre los famosos por ser un mago de las dietas y de las drásticas curas adelgazantes. Diego fue a recuperar la línea perdida y de paso, escaparse del pesimismo de los hinchas que vieron naufragar sus expectativas en Rosario y en Paraguay.
Pese a todo, el doctor Alfredo Cahe es de esos que, de existir un ejército de incondicionales, no dudaría en poner el pecho y algo más. “Lo atiendo desde que tiene 16 años y por eso agradezco tres cosas: a Dios porque siempre nos acompañó. A Diego por la confianza que siempre depositó en mí, aun en los peores momentos. Y tercero a la cantidad de colegas que hasta ahora estuvieron al lado mío. Ése es el orden, Dios, Diego y los demás”, sentencia en una entrevista con la revista 7 Días.
–¿Por qué Diego viajó a internarse en un spa italiano?
–Porque lo teníamos programado desde hace 20 días antes de los partidos, independientemente de los resultados. El sobrepeso de Diego era tan grande que ya se le notaba. Esta siete u ocho kilos arriba. Por eso, su mujer Verónica tuvo la idea, para mí muy lógica, de que viaje para que se emprolije un poco. Pero quiero aclarar que una recaída en las drogas está totalmente descartado porque sino no lo hubiese dejado ir a Italia.
–¿Pero le avisó a Julio Grondona que se iba o lo dejó plantado?
–Yo hablé con “Tucho” Villani, que además de ser el traumatólogo de la Selección, es íntimo amigo mío. Le expliqué la situación de Diego, pero le pedí que por favor mantenga la privacidad médica y se lo dije cinco o seis días antes del viaje.
–¿Diego habla con Bilardo?
–No lo sé. Mi impresión es que no existe ninguna interna. No busquemos una caza de brujas donde no la hay.
–¿Lo vio deprimido en algún momento?
–En absoluto. Por supuesto que no estaba alegre, pero lo noté un poco más reflexivo. Con la madurez propia de un hombre que ha pasado infinidad de cosas y que dice: “Vamos a salir a flote. Se nos va a cortar la mala racha”. Está más entero que nunca, pero admito que yo mismo tenía temor de que entrara en un cuadro depresivo no adictivo. Aclaro lo de no adictivo porque estoy seguro que no existen chances. O por lo menos son las mismas que la de cualquier hombre común. Desde el punto de vista médico uno toma precauciones, pero lo veo bien plantado.
–Entonces descarta que Diego renuncie a la Selección.
–¡Ni mamado! Diego está contento de estar donde está. Él ha pasado por situaciones más difíciles que ésta. Esto es un vaivén, un día estás arriba y otro abajo.
–¿Cuál fue el peor y el mejor momento juntos?
–El mejor es éste. Diego está en plena madurez, está en pareja y bastante tranquilo. El peor no lo sé, no me gusta volver a esos períodos oscuros. Fueron muchos cimbronazos como, por ejemplo, la etapa en Cuba. No lo tomes a mal pero no me gusta recordarlos.
–Usted, todo el tiempo habla muy bien de Verónica...
–Porque en estos cuatro años fue la aliada mía en todas las circunstancias más difíciles. Hemos pasado situaciones muy complicadas con Diego y tuve siempre la colaboración permanente de Verónica. Cuando nadie apareció, ella estuvo ahí. Cuando todos daban a Diego por perdido, Verónica estuvo conmigo.
–¿Le habló de la posibilidad de volver a ser padre?
–No tocamos ese tema. Yo con Diego tengo un diálogo estupendo y maravilloso. Pero hay cosas que no le pregunto. Después de las derrotas, por ejemplo, me pareció prudente no preguntarle absolutamente nada del equipo sino hablar sólo de cosas ba-nales. Pero, por supuesto, compartiendo siempre su preocupación.