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21 de noviembre de 2024
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"Esta era la cuarta vez que Kirchner pedía mi cabeza"
Lo dijo Emilio Monzó, a quien Scioli le pidió al renuncia como ministro de Asuntos Agrarios para "profundizar el modelo". Molestaba su buena relación con el ruralismo
3 de septiembre de 2009
"No me echaron sólo del gobierno, sino que también me expulsaron del kirchnerismo", se quejó Emilio Monzó, a quien el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, le pidió que renunciara a su cargo de ministro de Asuntos Agrarios de la provincia.

Según Monzó, su salida se vincula con una etapa de mayor profundización del enfrentamiento del gobierno nacional y, por consiguiente, también de la gestión conducida por Scioli, con la dirigencia agropecuaria.

En diálogo con LA NACION, el ahora ex funcionario confirmó que volverá a asumir su cargo como diputado en la Cámara baja de la provincia, donde presidía la estratégica Comisión de Presupuesto.

Según relató, al anunciarle que lo despedían, el jefe de Gabinete provincial, Alberto Pérez, le dijo que su figura se había tornado "incompatible" con la gestión de Scioli.

El detonante, de acuerdo con su versión de los hechos, fue su buena relación con las entidades de productores agropecuarios, con las que siempre mantuvo un canal abierto de diálogo, pese a las tensiones con el kirchnerismo.

De hecho, fue él quien organizó la visita de Scioli a la Exposición anual de la Rural, después de las elecciones del 28 de junio. Un gesto que había despertado recelos en la Casa Rosada y en la residencia presidencial de Olivos.

Monzó advirtió que ahora, como legislador, va a defender los intereses del campo y a pelear por los recursos fiscales que le corresponden a la provincia.

-¿Cuáles cree que son los motivos por los que lo echaron?

-Me dijeron que soy incompatible con el kirchnerismo y que ahora piensan profundizar el modelo. No sé, fueron un tanto ambiguos, pero también apuntaron a mi buena relación con los sectores del campo. Al principio me sorprendió, después me di cuenta de que era evidente que me estaban buscando, que querían que me fuera. Esta es la cuarta vez, que yo sepa, que [Néstor] Kirchner pide mi cabeza por diferentes expresiones que yo hice públicas y con las que sólo buscaba aportar un poco de racionalidad a esta situación.

-¿No se objetó su gestión?

-No, para nada, esto es puramente político. Mi salida fue definida como parte de un acuerdo político entre Scioli y Kirchner. En ese esquema yo ya no les sirvo.

-¿Por qué?

-Bueno, como decía antes, todos conocen mis posturas críticas al manejo del conflicto con el campo, sobre todo a las formas del kirchnerismo; pero en los últimos días, y sobre todo a partir del veto de la ley de emergencia agropecuaria que establecía beneficios para productores agropecuarios y disponía la eliminación o disminución de las retenciones para 37 distritos del interior bonaerense, la cosa se puso más espesa. Entonces, me callé la boca y sólo me dediqué a la gestión. De hecho, había organizado una reunión para atender la situación en el sudoeste de la provincia, la zona que fue más afectada por la sequía, y decidí postergarla por las protestas en las rutas.

-¿Qué es lo que cree que le molestó a Kirchner?

-Yo no me he guardado mis objeciones. Cuando ayer me citaron para que concurriera a la gobernación me olió mal, porque ya había antecedentes. Mi última jugada fue armar la reunión entre el gobernador y la mesa agropecuaria provincial, de donde surgieron una serie de planteos que luego Scioli llevó a la Casa Rosada. Eso, está claro, no me lo perdonaron.

-¿Qué hará a partir de ahora?

-Vuelvo a la Legislatura y está claro que no formaré parte del bloque del kirchnerismo. Fueron ellos los que me dejaron en claro que ya no formaba parte de ese sector político. A mí no me echaron sólo del gobierno, sino también del kirchnerismo; esto me obliga a repensar mi posición partidaria. Como legislador voy a defender al campo, y los intereses de la provincia y la necesidad de que recupere los recursos que le pertenecen y que ahora debe mendigar para conseguir. Voy a trabajar por una reforma política en serio, que, ante todo, debe arrancar por la descentralización de los recursos para otorgar autonomía a las provincias.