Militares retirados y familiares pidieron una amnistía generalizada. Grupos de izquierda realizaron una contramarcha y los calificaron de asesinos
El clima viene enrarecido por la incertidumbre sobre el testigo Jorge Julio López y la ola de amenazas contra magistrados, periodistas y militantes por los derechos humanos.
No hubo incidentes pero faltó poco. Ambos sectores se acusaron de "asesinos" y hubo insultos cruzados.
Quedó claro que los integrantes de ambas manifestaciones son grupos muy minoritarios en una sociedad que aspira a vivir en democracia, quiere que se respete la ley y no se avasallen los derechos por pensar distinto, y pretende desterrar la violencia.
El pasado volvió a la Argentina, tal vez también porque muchas de las heridas que dejaron la dictadura militar y la guerrilla aún no se pudieron cerrar.
Unas 3.000 personas se congregaron en la Plaza San Martín, donde la joven titular de la Comisión de Homenaje Permanente a las Víctimas, Ana Lucioni, pidió "luchar por la reconciliación, la paz y la unión entre todos los argentinos".
A escasos treinta metros, agrupaciones de izquierda realizaron una contramarcha que reclamó por la memoria de los desaparecidos durante el Proceso.
Con la entonación del Himno Nacional Argentino, comenzó el acto por las víctimas de la guerrilla en la Plaza San Martín, seguido de cerca por agrupaciones de izquierda que se congregaron en los alrededores para repudiar el homenaje.
Ante el temor de incidentes, el Ministerio del Interior dispuso un amplio operativo para garantizar la seguridad.
Sin embargo, poco después del inicio del acto principal, los miembros de la contramarcha se retiraron sin provocar disturbios.
En su discurso, la titular de la Comisión de Homenaje Permanente a las Víctimas, Ana Lucioni, señaló que hay que "luchar por la reconciliación, la paz y la unión entre todos los argentinos. Nadie tiene el derecho de robarse la propiedad exclusiva del sufrimiento. En esa guerra nadie fue ganador, todos perdimos, porque la Patria fue lacerada".
El acto en la Plaza San Martín se da, justamente, en un momento de creciente tensión por la reapertura de causas contra represores y con la preocupación por la desaparición del testigo del caso Etchecolatz, Jorge Julio López.
La Asociación de Víctimas del Terrorismo de la Argentina (AVTA) y la agrupación Argentinos por la Memoria Completa convocaron el homenaje en el mismo lugar donde el pasado 24 de mayo se manifestaron cerca de 3.000 personas por un motivo similar, que derivó en la sanción de militares uniformados.
Poco antes de comenzar el acto, el presidente de la AVTA, José María Sacheri, reivindicó la postura de que en los ´70 se vivió "una guerra interna" en el país y advirtió que la única forma de resolver la división que generó es que el gobierno dicte "una amnistía lo mas amplia posible" que incluya a los militares de la última dictadura.
Sacheri denunció que "el Gobierno no mueve un pelo" para que "sean juzgados los jefes guerrilleros que mataron" a militares y denunció "una discriminación y arbitrariedad muy grave que debe solucionar el gobierno".
"Procurar una amnistía lo mas amplia posible es una salida ajustada a derecho que puede darnos paz y tranquilidad a todos los argentinos", en declaraciones a la prensa, poco antes del comienzo del acto.
Por su parte, la esposa del mayor Pedro Mercado, María Cecilia Pando, otra de las organizadoras, aseguró que: "Venimos a hacer un homenaje tranquilo" porque "todos tenemos derecho a manifestarnos".
"Es un homenaje a todas las víctimas" para "no olvidarlos", afirmó Pando, quien dijo espera que "no" haya incidentes, a partir de la contramarcha que a pocos metros de allí realiza el partido de izquierda Convergencia Socialista.
Al ser consultada por la prensa sobre los dichos de los últimos días del último presidente de facto, Reynaldo Bignone, acerca de que los jóvenes "terminen" lo que en ese entonces no pude culminarse, Pando respondió: "Yo no voy a terminar nada, estoy acá para luchar por la reconciliación nacional"
Del otro lado, alrededor de 500 miembros de agrupaciones de izquierda se congregaron a pocos metros del acto original en rechazo al planteo.
Aunque insultaron a los participantes del acto por las víctimas de la guerrilla y realizaron críticas al ministro del Interior, Aníbal Fernández, la policía, y Estela de Carlotto, se retiraron sin provocar incidentes.
El líder de Miembros de Convergencia Socialista, Juan Carlos Beica, pidió a la policía "investigar a cada uno de los participantes" del acto en memoria de las víctimas de la subversión, porque entre ellos "están quienes secuestraron a (Julio) López", al cerrar la contramarcha realizada en Santa Fe y Florida.
A ellos se les sumaron miembros de la Asamblea Barrial de San Telmo que se instalaron en Santa Fe y Esmeralda, MTR Kuba y el Movimiento Argentina Rebelde.
Ante la posibilidad de que se produzcan incidentes, se preparó un fuerte operativo de seguridad. Se montó un cordón policial alrededor de la Plaza San Martín para separar ambas marchas y se dispusieron efectivos del personal de las comisarías, denominados "chalecos naranjas" y de la Guardia de Infantería, provistos de escudos y carros hidrantes.
Por la manifestación, permaneció cortada la avenida Santa Fe a la altura de Maipú.
El pasado sigue con las heridas abiertas, aunque sea para sectores minoritarios de la sociedad.