El insólito negocio del pis
Un laboratorio elabora una hormona a partir de la orina, que se utiliza en los procesos de fertilización. Exportan por u$s 77 millones anuales. Historia de las donantes
9 de agosto de 2009
La Argentina es uno de los líderes del mercado mundial de producción de una hormona a partir de la orina, junto con China e India, según una nota publicada por Crítica de la Argentina.
“Antes de que se vaya por el inodoro, prefiero donarla y ayudar a las mujeres que no pueden tener familia”, dice Rosa, de 52 años, que vive en Adrogué y desde hace seis, dona su orina para la realización de tratamientos de fertilización.
La Argentina es uno de los principales países exportadores de orina proveniente de mujeres menopáusicas. Desde hace más de 10 años, el laboratorio Massone lidera el mercado de producción de hormonas de origen natural, a través de un proceso de filtrado y purificación del que se obtiene la Gonadotrofina Coriónica Humana, utilizada para activar el proceso de fertilidad en la mujer, al estimular la fabricación de óvulos. Biomás es el laboratorio que, desde 1996, se encarga de hacer la recolección y provee a Massone de la materia prima.
La zona elegida para realizar el trabajo es el conurbano. Allí, el recorrido comienza en el norte, hasta Zárate; sigue en el sur, hasta La Plata, y en el oeste, hasta Cañuelas.
Gladis Zárate, de 64, vive en Lomas del Mirador y desde hace ocho dona su pis. “Me decidí a hacerlo porque mi suegra lo daba desde hace años y me gustó la idea de ayudar. No me cuesta nada”, explica Gladis.
La estrategia más convincente que usan las promotoras del laboratorio para convencer a las mujeres –en su mayoría jubiladas–, es hacerles notar que darán su orina para ayudar a quienes no pueden tener hijos.
Dominga Nuggeri tiene 68 años y hace cinco decidió ser donante. “Un día vino una mujer con guardapolvo blanco y me preguntó si queríamos donar para ayudar a mujeres con problemas de fertilidad. Llené un formulario en donde firmaba que no tenía diabetes ni enfermedades urinarias”, cuenta la vecina de Lomas del Mirador, que día por medio –como la mayoría de sus amigas– deja el envase de 5 litros con la orina del día anterior en las puerta de su casa y espera recibir uno vacío para la próxima recolección.
Un hombre arrastra un carrito casa por casa y los bidones llenos del líquido color amarillo se amontonan en las esquinas a la espera del camión blindado que los llevará hasta el laboratorio para su transformación.
De esta manera, comienza a funcionar el mercado que gira en torno al pis y que mueve millones en todo el mundo.
Según el Ranking de Exportadores realizado por la revista Prensa Económica, el laboratorio Massone exportó 76,78 millones de dólares en 2008. Pese ser un negocio millonario, las donantes no reciben ningún pago. De esta forma, más de 175 mil mujeres menopáusicas participan en forma voluntaria, porque las leyes no permiten comercializar partes y materias del cuerpo humano. Pese a las insistentes consultas, en el laboratorio Massone no accedieron a hablar con Crítica de la Argentina.
Fuentes de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) explicaron que el laboratorio realiza una actividad legal que es controlada por organizaciones internacionales como la Food and Drug Administration, de los Estados Unidos. A cambio de su orina diaria, a las mujeres donantes se les hacen regalos mensuales, “pequeñas atenciones”, que van desde una azucarera, una hielera o un sacacorchos, hasta un juego de té o relojes de pared.
“El primer día nos dieron una pelela para que juntemos más cómodas, tengo la misma desde hace cinco años”, dice Antonia Mareci de 65 años y agrega: “Por ayudar nos hacen regalitos.
El último mes, nos dieron una tijera grande, pero a mí no me importa si no me dan nada porque sé que estoy haciendo un bien”, dice la vecina y donante de Florencio Varela.
“Muchos de los regalos se los doy a mi hija, porque yo vivo sola y no los necesito. Sé que no son muy buenos, pero lo que cuenta es que donando lo que no me sirve, estoy ayudando a la gente que lo necesita”, dice Rosa González de 76 años, quien desde hace seis deja el bidón en la puerta de su casa de Lomas del Mirador.
“Cuando una mujer entra en la menopausia, su hipófisis elabora mucha más gonadotrofina, por eso la orina se convierte en una muy buena fuente de la misma”, asegura Claudio Chillik, director médico del Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción.
La Argentina es una de las fuentes de orina menopáusica, junto con India y China. Mientras que Europa y Estados Unidos son los principales mercados importadores de los medicamentos que contienen gonadotrofina y que acompañan a los tratamientos de fertilización.
El ser humano elimina aproximadamente 1,4 litros de orina al día, por cada 200 mil litros que se recolectan, se extrae un gramo de la hormona del cual se pueden generar unos dos mil tratamientos.
Una de las primeras mujeres del mundo en probar el tratamiento fabricado con la hormona de origen humano fue Sofía Loren a fines de los 60. Uno de los nombres comerciales más conocidos del medicamento inyectable es Menopur.
La obtención de esta hormona es mayormente de origen urinario, pero también se la puede fabricar de forma sintética.
Nicolás Neuspiller, director del centro de fertilización Fecunditas explica que “la tendencia en el mundo es la producción de la hormona de forma artificial. Sin embargo, en nuestro país se continúa eligiendo este método porque el costo es menor”.