Para la cultura occidental, la belleza y la fealdad son valores. Una encuesta realizada entre 876 mujeres indicó que sólo el 5% de las encuestadas está conforme con su imagen. El resto reniega de alguna parte, especialmente de su peso, de su celulitis o de su flaccidez.

Además el 90% de las encuestadas dijo que en algún momento de su vida se sintió gorda. Otro dato de la encuesta verifica la tendencia y casi la mitad de las que se quejan de su celulitis tiene menos de 24 años.

Especialistas en clínica estética señalan que están las mujeres que sienten una insatisfacción real y concreta y creen que tienen una imagen fuera de los cánones de la estética y el hecho de no poder hacerse un tratamiento, por miedo, falta de dinero o de tiempo, genera angustia y muchas se sienten desvalorizadas.

Destacan que en un mundo que empuja a la obesidad hay, a la vez, una fuerte crítica al sobrepeso en la mujer. Ese doble mensaje es sin dudas un conflicto neurotizante. La mujer de clase media argentina no engorda porque se censura.

Están las que tienen una insatisfacción virtual, ilusoria, es decir que tienden a querer imitar determinados cuerpos o caras, van con la foto de una celebridad al cirujano y sus expectativas no tienen nada que ver con sus vidas reales según informa el diario Clarín.

Y este grupo es el que genera los grandes caos porque ante ese anhelo de perfección no existe cirugía ni tratamiento posible. Es que muchas pretenden soluciones mágicas.