En un experimento, quienes insultaron sufrieron menos una situación dolorosa. Parece que suele ser "sanador" decir "palabrotas" y no callarse nada
Si uno se pega en el pulgar con un martillo, ¿soltar una serie de palabrotas en serio disminuye el dolor? De forma automática o involuntaria, insultar en esas circunstancias es algo muy común, si no universal, y un grupo de científicos británicos se preguntó si contribuye a reducir la agonía.
En un estudio que se publicó la revista especializada NeuroReport, los investigadores reunieron a 68 estudiantes que se mostraron dispuestos a sumergir las manos en agua helada para ver cuánto tiempo podían aguantar. En primer lugar, les pidieron que dijeran "cinco palabras que usarían al golpearse el pulgar con un martillo".
Los voluntarios sumergieron la mano en agua a cinco grados de temperatura mientras repetían el primer insulto elegido. A modo de control, realizaron el mismo proceso pero usando una palabra neutra que habían elegido para describir una mesa.
Los investigadores registraron su ritmo cardíaco y cuánto tiempo podían mantener las manos en el agua helada. En su mayor parte, los participantes podían soportar el dolor durante un lapso bastante mayor si insultaban que si no lo hacían, en promedio unos 40 segundos más.
"En términos científicos -declaró Richard Stephens, profesor de psicología en la Universidad Keele de Inglaterra y autor del estudio- sólo analizamos un tipo particular de dolor. Los diferentes tipos de dolor tienen leves diferencias en términos psicológicos, a pesar de lo cual es probable que el hallazgo pueda aplicarse a todos".
Por qué un insulto tiene efectos físicos no está claro, pero los científicos especulan que tiene relación con la forma en que el cerebro trabaja. A diferencia del lenguaje "normal", que se apoya en el lado izquierdo del cerebro, las injurias apelan a ciertos elementos del lado derecho, como la amígdala cerebral, que puede iniciar respuestas físicas y hacer que se disminuya el dolor.
Stephens, que pensó en este fenómeno mientras escuchaba las malas palabras que gritaba su mujer cuando daba a luz, señaló que hay circunstancias en que los insultos son adecuados. "No lo recomendaría cuando hay chicos cerca, pero pueden ser de mucha utilidad", concluyó.