Con el orgullo de la década del sesenta. De Zubeldía a Sabella. De Bilardo a Desábato. De Conigliaro a Calderón . De padre a hijo, de Verón a Verón. De Ramón a Sebastián
Por Roberto Aguirre Blanco
"Es una camiseta que se pega al pecho y se dibuja en el alma", dijo hace pocos días uno de los referentes del tricampeón de América de fines de sesenta.
Esa mística que solo se puede pasar genéticamente escuchando y respetando a quines hicieron historia se hizo carne propia en los valientes hacedores de la hazaña del Mineirao.
Con la misma fuerza y convencimiento como lo hicieron los campeones de 1968 ante Palmeiras de Brasil, en 1969 ante Nacional de Uruguay y en 1970 ante Peñarol, los hijos de la gloria escribieron su propio nombre en la historia del continente.
Los genes de Marcos Conigliaro, Raúl Madero, Carlos Bilardo, Alberto Poletti, Juan Echecopar, Eduardo Luján Manera, Carlos Pachamé y Oscar Malbernat, llegaron hasta este presente de nombres con la misma mabiión de gloria.
Con Carlos Bilardo, el símbolo como jugador en la década del sesenta y el entrenador campeón con el “Pincha” en los ochenta, fue testigo privilegiado de esta hazaña del equipo d Alejandro Sabella que demostró que la escuela del “albirrojo” nunca se cerró.
Como en el partido de desempate en Centenario en 1968 y las finales de 1970 en el mismo estadio uruguayo, además de la vuelta olímpica en el estadio de Estudiantes en 1969, el trabajo de este “Pincha” se materializó con la copa más ansiada para este continente.
Como el laboratorio que gestó “Huevo” Zubeldía y que se concretó en tres títulos de América, una Copa Intercontinental y una Interamericana, volvió en 2009 con el camino más largo –desde el repechaje—hasta la final ganada con la hombría y la actitud de los grandes.
Como hace 41 años, este Estudiantes irá ahora más hazañas como ganar la Copa Mundial de Clubes, porque la mística que pasea por los pasillos y los rincones del club no se queda con los laureles.
Ahora, en los vestuarios del club, en la vitrina de la sede, se sumará otra foto de grandes para generar mas herencia y allí habrá un mismo apellido, Verón, un símbolo, amor por una misma camiseta.
¡ Salud campeón !, ¡Salud “Pincha”!, como hace cuatro décadas la gran mayoría de argentinos, sin pensar en la camiseta de sus clubes, fueron hinchas de Estudiantes.
Gloria y honor, “Pincha”.