Para Boca y River que lo miran por TV. Dos clubes que transpiran fútbol y gloria. Liniers y Parque Patricios define el Clausura a pura pasión
Por Roberto Aguirre Blanco
¡Qué linda definición de campeonato!. Por fin, dos clubes de barrio, de la entrañas de una ciudad que respira fútbol y pasión, que no necesita de grandes contrataciones ni el fervor mediático de los supuestos equipos grandes para llenar sus canchas.
Cada domingo, cada cita de fútbol, el estadio José Amalfitani y el Tomás A. Ducó se llenan de hinchas que poco saben de la tabla de posiciones para colmar escenarios y sí de amor por el barrio ya la camiseta.
Y allí todos se conocen por el nombre, todos se ven a diario por las calles cercanas al club, en los bares, en los negocios. Son familias completas, herencia natural de amor por la camiseta de la “v” azulada o el globito pegado en el pecho.
“Fortineros” y “quemeros” de ley, y esta final del Torneo Clausura 2009 se festeja desde ese espacio tan folclórico de dos grandes instituciones definiendo entre ellas, sin la invitación de los poderosos que siempre usurpan lo mejor de la fiesta con su prepotencia de “grandes”.
Son clubes con la más rica historia, la memoria de grandes logros -quizás pocos al lado de los otros- pero tan llenos de gloria y desbordados de la emoción de generaciones de hinchas que aun los recuerda como hechos inolvidables.
“El Globo”, con sólo un título en primera división y ganado hace 36 años. ¡Pero, qué título!. El de 1973 con un equipo que está sin dudas entre los tres mejores de la historia del profesionalismo y que uno podía repetir de memoria.
La formación que hizo gozar a toda una generación con Miguel Angel Brindisi, Carlos Babington, René Houseman, Roque Avallay y Omar Larrosa entre los creativos y amos del buen fútbol.
Para los que dicen que su mentor, César Luis Menotti, era sólo un lírico, hay que decirles que supo darle un equilibrio perfecto a ese excelente juego con jugadores de carácter a la hora de defender como Alfio Basile, Nelson Chavay, Francisco Russo y el “lobo” Jorge Carrascosa.
Ese equipo fue historia en un año histórico para la vida de la Argentina: la “primavera” del 73 tuvo a ese Huracán como un equipo emblemático.
Tras 38 fechas y tres años después volvió a pelear un título ante Boca en el Torneo Metropolitano de 1976 para luego esperar casi dos décadas y los vaivenes del descenso para pelear un nuevo título.
Fue en 1994, en el Torneo Clausura, cuando dirigido por Héctor Cúper llegó a la última fecha como puntero pero perdió ante su escolta, Independiente 4 a 0 y se quedó con las manos vacías.
Sin embargo, allí está, viviendo de la gloria de ese único título que los propios protagonistas del fútbol local siguen venerando como un campeonato que vale por decenas de otros que ganan siempre.
Por su parte, Vélez tiene la riqueza de una grandeza reciente. Entre su primer título en el Torneo Nacional 1968 y el segundo (Clausura 1993) transcurrieron 25 años.
El logro de la década del 90 fue además el inicio de la etapa más gloriosa de la entidad de Villa Luro con Carlos Bianchi y la conquista de la Copa Libertadores y la inolvidable Intercontinental en Japón en 1994.
José Luis Chilavert, Omar Asad, José “Turu” Flores, Roberto Trotta, nombres emblemáticos de hazañas y gloria que enorgullecen al barrio.
Después llegarían tres títulos más locales (Apertura 1995 y Clausura 1996/1998, con Marcelo Bielsa) y más recientemente el Torneo Clausura 1995 con Miguel Angel Russo como entrenador.
Sin embargo, más allá de vitrinas más llenas o vacías de trofeos, este domingo estarán frente a frente dos pasiones barriales, dos clubes con calor de familia, esencia pura de un fútbol alejado del marketing y el rating.
¡Bienvenida una final soñada!
¡Es para Boca y River que la miran por TV!