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21 de noviembre de 2024
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Cuando “El Globito” le escupió el asado a Vélez
Hace 38 años Vélez perdió un campeonato en la última fecha cuando Huracán le ganó en Liniers 2 a 1. Independiente fue campeón. Ese día nació una rivalidad clásica
4 de julio de 2009
Por Roberto Aguirre Blanco

La fiesta estaba preparada en Liniers. Era fines de septiembre de 1971 y tras un extenso campeonato de 38 fechas, esos torneos que verdaderamente marcaban al mejor equipo, Vélez sufrió una decepción que tardó casi dos décadas en olvidar.

Esa tarde gris, Vélez llegó a la última fecha del Torneo Metropolitano con 49 unidades (eran las épocas de dos puntos por triunfo) y recibía en su casa a Huracán que nada tenía que ganar o perder en ese torneo.

Por su parte, Independiente que era escolta a una unidad recibía con muy pocas chances a Gimnasia y Esgrima en la Doble Visera de Avellaneda, a sabiendas de que necesitaba de un milagro, ya que Vélez con empatar era campeón por tener además una gran diferencia de gol a favor.

El estadio José Amalfitani se llenó de fanáticos del equipo de Liniers que hasta ese momento sólo había ganado un titulo (Torneo nacional de 1968) e iba por la gloria de ese certamen con una gran campaña.

El equipo estaba dirigido por el chileno Andrés Prieto y tenía como máxima figura a su goleador, Carlos Bianchi, artillero del torneo con 36 tantos en 35 partidos jugados.

El Virrey completaba una delantera inolvidable -llamada las tres B - (Bianchi, Benito y Bentrón), y contaba con jugadores de la talla de Miguel Angel Marín en el arco, Luis Gallo en la defensa y el “laucha” Ríos en la línea media.

El partido no pudo empezar mejor, al minuto, un juvenil –José Lamberti- ya había marcado el 1 a 0 y todo parecía encaminarse hacía el ansiado segundo título velezano de su historia.

Sin embargo, enfrente estaba un equipo destinado a marcar historia, Huracán, que esa temporada comenzó con la dirección técnica de Osvaldo Zubeldía, y por culpa de los malos resultados cambio de mando al promediar el torneo.

Desde la segunda rueda estaba sentado en le banco de los suplentes César Luis Menotti, en su primera experiencia como DT y en esas fechas había comenzado a moldear el equipo que dos años después se convirtió en uno de los campeones inolvidables del fútbol argentino.

Al promediar el primer tiempo, el delantero de Huracán Roque Avallay puso el 1 a 1 que no inquietó demasiado a los hinchas de Vélez que sabían que el título igual estaba en casa con ese resultado.

En tanto, en Avellaneda, Independiente no tenía problemas con el “lobo” y ganaba 1 a 0 con gol de Eduardo Maglioni en una cacha despoblada de hinchas.

En la segunda parte todo cambió: antes de los diez minutos, Luis Giribert, un delantero izquierdo sorprendió a la defensa de Vélez y marcó el 2 a 1 que enmudeció a los 45 mil hinchas de Liniers que estaban con su festejo anticipado.

El “rojo” despachó a Gimnasia 2 a 0 con un gol de José Pastoriza y de pronto lo hinchas de Independiente olvidaron su amargura previa y le pusieron azúcar a su felicidad.

Comenzaron a salir de sus casas, cerca del estadio, y llegaron a la Doble Visera para comenzar el festejo de lo que sería el bicampeonato Metropolitano (había ganado el mismo torneo en 1970).

Dos postales inolvidables del fútbol. En Avellaneda un festejo casi de carnaval, mientras en Liniers las camisetas azules de los jugadores de Vélez (ese día jugó con la alternativa) desparramados en el suelo, mezclados con el barro que producían sus propias lágrimas de frustración.

Los memoriosos –el autor de esta nota se incluye entre ellos— dicen que ese día nació la rivalidad entre estos dos clubes de dos barrios bien porteños.

Este domingo uno de ellos puede comenzar a saldar la deuda histórica como una dulce venganza u otro volver a recrear la euforia de la hazaña.