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Final abierto y tenso en la provincia de Buenos Aires
A fuerza de desaciertos y de la virulencia de su mensaje, Kirchner terminó espantando a independientes y miembros de la clase media a favor de De Narváez
18 de junio de 2009
Néstor Kirchner y Daniel Scioli llevaban una ventaja de unos 10 puntos hace algunas semanas, cuando todo parecía indicar que la provincia de Buenos Aires, y en especial las postergadas zonas del conurbano, eran un bastión inexpugnable para la oposición.

Pero a fuerza de virulencia discursiva, Kirchner parece haber espantado a una parte del electorado independiente y a sectores de la clase media urbana hartos de la estrategia de la confrontación, que provocó una huida en tropel de capitales por 40.000 millones de dólares desde octubre de 2007 y desató una pelea sin sentido con el sector agropecuario.

Según el sondeo que se mire, la situación del irascible ex presidente va desde no tener asegurada siquiera esa mínima diferencia, hasta colocarse en condiciones de vencer a Francisco De Narváez con cierta amplitud. La incertidumbre de la estadística agrega su pizca explosiva a una campaña en la que abundan las exasperaciones.

En ese universo de números y proyecciones hay otros datos sugestivos. El más fuerte de ellos es que dos encuestadoras que trabajan para el kirchnerismo están presentando una extrema paridad en la Provincia, revela Clarín.

Los titulares de ambas firmas requieren la más absoluta reserva sobre sus identidades. Quieren seguir trabajando para el mayor contratante de encuestas, pero como también cuidan su capital profesional, acceden a comentar en privado sus mediciones.

Una de esas encuestas le da a Kirchner un agónica luz de ventaja sobre De Narváez: menos de 3 puntos, con indecisos que no llegan al 10% y una curva que marca, desde hace tres semanas, un achicamiento constante de la brecha. "La tendencia no es buena para Kirchner", admitió el hombre que dirigió esa medición. Y todavía falta mucho: diez días son una eternidad para una campaña en la que nada está dicho definitivamente.

El otro encuestador "oficialista" tiene directamente un escenario de derrota de Kirchner por muy estrecho margen, una diferencia mínima que entra en la zona resbaladiza del "error del método". Pero esa explicación técnica no resiste el vendaval de la política. Quizás por eso, esta persona no frecuenta la quinta presidencial de Olivos en los últimos tiempos.

En el ambiente de las consultoras se asegura que este experto llamó, de colega a colega, a uno de los directores de la firma Poliarquía para decirle "tengo los mismos números que vos, pero no los puedo dar". Fue cuando Poliarquía publicó hace dos domingos, en el diario La Nación, una encuesta que daba a De Narváez un par de puntos de ventaja sobre Kirchner. Poliarquía mantiene datos similares y pronto volverá a publicarlos.

La consultora Isonomía, contratada por De Narváez, le da a su cliente una ventaja de 3 puntos, en la última medición. En el comando de campaña de Unión-PRO dicen que hasta que se cuenten los votos no pueden anticiparse ganadores.

Otro dato relevante, y contradictorio con lo hasta ahora descripto, es que la mayoría de las encuestadoras siguen teniendo a Kirchner al tope de la preferencia electoral de los bonaerenses. En el Gobierno conocen el dato, aunque se diluyó la euforia de días atrás, cuando anunciaban más de 10 puntos de ventaja final. Hoy, algunos ya hablan de "empate técnico".

Julio Aurelio, consultor histórico del peronismo, dijo hace dos días que sus mediciones marcan 4 puntos de ventaja para el ex presidente. Aurelio mantiene esa cifra casi inamovible desde hace varias semanas, aún cuando se produjeron hechos fuertes en la campaña que sacudieron otros sondeos. Con menos luz, Opinión Autenticada tiene a Kirchner con algo más de 3 puntos sobre De Narváez.

Otras consultoras, como Ipsos, Ibarómetro y Rouvier, le dan a Kirchner ventajas mayores, que van de 6 a 10 puntos. Son los únicos que escapan del empate técnico.

Un punto de coincidencia entre los encuestadores y analistas es que se configuró, y a esta altura parece ya cristalizado un escenario de fuerte polarización, fruto las estrategias de Kirchner y de De Narváez, y consecuencia también del estancamiento sin retorno aparente que sufre la lista del Acuerdo Cívico que lidera Margarita Stolbizer. El promedio de intención de voto que casi todas las encuestas le están dando a esta boleta apenas supera el 15%. Su rendimiento se mantiene bien en el interior bonaerense, pero declina fuerte en el Gran Buenos Aires.

La pregunta es cómo harán Kirchner y De Narváez para desnivelar lo que hasta ahora se muestra como una situación de empate virtual que, en términos de lectura política, es derrota para Kirchner y victoria para De Narváez.

El electorado indeciso es clave, pero también importa lo que cada uno pueda sacarle a otros candidatos. En esa línea, De Narváez lanzó esta semana un spot de propaganda que llama a no dividir el voto opositor para así derrotar a Kirchner e impulsar un cambio. Es un mensaje directo a lo que técnicamente se define como "votantes lábiles" de Stolbizer, aquellos que más allá de una definición de su voto por identidad o ideología, están buscando sobre todo de qué modo ganarle a Kirchner.

En algunas mediciones propias de la campaña de Unión-PRO, ya estaría detectado un primer resultado favorable de esta jugada en Mar del Plata y Bahía Blanca.

La gente de De Narváez también preparó un spot en el que, con fondo de pantalla negra, se escucha la voz de Kirchner en uno de sus discursos más exasperados. La propuesta, otra vez, será el cambio. "Si ellos no lo ponen a Kirchner en su campaña, lo vamos a poner nosotros", explican en las oficinas de De Narváez, a propósito de la notoria ausencia del ex presidente en la propaganda oficialista.

Kirchner machaca con su punta de lanza: lo que se hizo en los últimos seis años, las cosas que se consiguieron "peleando", para convertir en virtud lo que sus enemigos le critican como pecado.

También contará el trabajo en la base social y el despliegue de los intendentes para arrastrar votos el día de la elección. El poder que Kirchner conserva en el segundo cordón del conurbano, sostenido por la imagen sólida del gobernador Daniel Scioli y de los intendentes, podría terminar dándole al oficialismo una ventaja final.

Los consultores coinciden en que el voto de Kirchner está firme y consolidado: nadie que ya haya decidido votarlo va a cambiar de opinión.

También hay una fuerte inestabilidad del voto opositor, de la que podría beneficiarse De Narváez. Según las mediciones de Isonomía, los ciudadanos que tienen firmemente decidido su voto llegan apenas al 52,8% del total.

La consultora Ibarómetro, además de la medición provincial, hizo sondeos en más de 20 municipios del GBA y el interior. Su directora, Doris Capurro, también constató la "alta volatilidad" del voto y lo vinculó a la "baja lealtad hacia las identificaciones políticas tradicionales". En su encuesta, sólo el 50,8% dijo que tiene definido el voto y no lo piensa cambiar.

Otro dato de Ibarómetro también explica la sorprendente paridad a diez días de la elección: cruzando identificación partidaria con intención de voto, surge que el 51,9% de los que se dicen peronistas va a votar por Kirchner y, en cambio, hay un 29,9% que lo hará por De Narváez.

Si esto es así, algo tendrá que agradecerle De Narváez a Felipe Solá y al duhaldismo residual, aunque los haya borrado de la campaña siguiendo la riesgosa estrategia de la "desperonización" para seducir indecisos.