Por José Calero

A mí, que evito siempre hablar de la intimidad, la muerte de Mario Benedetti, a quien tuve el gusto de conocer por un momento en un breve viaje a Montevideo a comienzos de 1989, me conmueve especialmente.

No sólo por el gran poeta y hombre de la cultura que fue, si no porque una obra suya, "El cumpleaños de Juan Angel", fue el primer libro que le di a Carina, quien será siempre la mujer de mi vida, la monumental madre de mis hijas y el ser más extraordinario que jamás conoceré.

Culta como pocos, capaz de entender la esencia de las cosas y una de las personas que más ha leído en su vida, cuando le di "El Cumpleaños de Juan Angel" creo que la conmoví, porque Benedetti era y es uno de los escritores a quien más quiere.

Haberle dado ese libro me recuerda que fue parte de la gracia divina de conocer a la mujer que cambió mi vida para siempre.

Para ella, y también por Mario, el recuerdo de un pequeño fragmento de "El cumpleaños...", el que más me gusta:

"Tengo en la mano un naipesueño
no está mal, pero sobre todo no está bien
debo acostumbrarme de una vez por todas al
vacío
y asimismo a la desbordante plenitud

"Cuidado mundo gente cosas cuidadito
que me estoy despertando".