En la Argentina, la tonificación de la demanda de soja por parte de China, junto con la difusión de nuevas estimaciones bajistas de la cosecha de soja, no sólo en el país, sino también en otros productores, como Brasil, determinó un nuevo empinamiento de las cotizaciones del complejo oleaginoso y permitió apreciar al peso respecto del dólar, a 3,71.

Si bien se dispondrá de menores excedentes exportables, las previsiones actuales de generación de divisas por esa coyuntura resultan superiores a las que se tenían pocas semanas atrás.

En el mundo, datos sobre una primera reacción de la construcción en Estados Unidos y de la desaceleración marcada de la baja de los servicios privados, la reacción de las principales divisas fue de una revaluación.

Así, sucedió con el euro, que ahora vuelve a aproximarse a la cota de 1,34 dólares por unidad, el real se cambia a poco más de 2,12 unidades por la moneda norteamericana y el peso, que esta vez no se desacopló de lo que sucede en el resto del planeta, se apreció tres centavos, desde el pico de $3,74 con que cerró el jueves 29 de abril a 3, 71 en la actualidad.

La causa de esos movimientos son varias, aunque las más influyentes son que frente a la proliferación de señales que llevan a asegurar que lo peor de la crisis internacional ya pasó, es decir se testeó el piso y a partir de ahora cabe esperar el ingreso en la etapa de recuperación, los agentes financieros se muestran más propensos a tomar riesgos.

De ese modo, los capitales que habían fugado en manada hacia los EEUU, principalmente a través del mercado de bonos, se perfilan más inclinados a la búsqueda de otras opciones de inversión que proponen más renta. De ahí que no sólo se aprecia una revalorización de las diferentes divisas respecto del dólar, sino también de los títulos públicos, fenómeno éste que redunda en una reducción de la tasa de Riesgo País.